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El tren privado a Oporto se resiste

Su plan inicial era activarlo en julio de 2019, aunque ante la CNMC apuntaba ya a 2020

El "Tren Celta", que enlaza Vigo con Oporto, en la estación de Guixar. // Marta G. Brea

El tren privado se resiste a arrancar en Galicia. A pesar de que han pasado casi dos años desde que Arriva anunció sus planes de lanzar un servicio ferroviario entre A Coruña y Oporto con parada en Vigo, de que la Comisión Nacional de la Competencia (CNMC) dio su plácet al proyecto hace diez meses y que la empresa contaba con activar los trenes en julio de 2019 -fecha que se consumió hace ya más de medio año- el convoy sigue sin operar. Y no solo eso. Desde la compañía, filial de la gigante alemana Deutsche Bahn, aseguran que no hay novedades y se limitan a señalar la complejidad del proyecto. Tampoco aportan ninguna fecha para la puesta en marcha de la línea.

Los planes de Arriva se remontan a principios de mayo de 2018, cuando la compañía anunció su intención de competir con Renfe en el corredor ferroviario, comprendido entre A Coruña y Oporto, que ahora se divide en dos ejes: el Atlántico, que abarca de Vigo a A Coruña; y la Linha do Minho, que continua por tierras lusas hasta Oporto. A día de hoy los dos tramos presentan escenarios bastante distintos.

El trecho entre Vigo y A Coruña se modernizó hace solo unos años. En septiembre de 2010 se activó el primer segmento, situado entre A Coruña y Ourense, donde empezaron a operar trenes híbridos modelo Alvia S-730. Un lustro después, en abril de 2015, se cortaba la cinta inaugural del resto del eje hasta Vigo. Por las mismas fechas se estrenó también la estación de Urzáiz. La nueva infraestructura permitió, en ambos casos, un recorte notable de los tiempos de viaje.

La situación del tramo Vigo-Oporto tiene poco que ver con la del eje vertebrador de Galicia. La última mejora con repercusiones visibles para los viajeros llegó en julio de 2013, cuando los Gobiernos de España y Portugal redujeron cerca de una hora el tiempo de viaje hasta dejarlo en las actuales dos horas y 22 minutos. El recorte no fue fruto sin embargo de una modernización de las infraestructura, sino de dos medidas relacionadas con la operativa del servicio. La primera, y fundamental, fue la supresión de paradas. Hasta ese momento el convoy se detenía en 15 estaciones y apeaderos antes de llegar a Campanha. Hoy realiza tres, en Valença, Viana y Nine, además de en la terminal de Guixar y la portuense. Las otra gran novedad consistía en una mejora de la coordinación entre Renfe y su homóloga lusa, Comboios de Portugal (CP).

Entonces los ejecutivos de ambos países se marcaban el objetivo de que el tren completase el trayecto entre Vigo y Oporto en 90 minutos en 2016. Pasados casi siete años de ese anuncio y cuatro desde que expiró el plazo, el convoy sigue tardando 142 minutos, entre 30 y 40 más que en coche. Desde entonces se han dado pasos para la mejora del corredor, pero sin que se hayan traducido aún en un ahorro de tiempo realmente perceptible por los pasajeros. En junio Adif anunciaba la electrificación de un trecho de cinco kilómetros de la línea entre Guillarei y Tui con una inversión de 1,78 millones de euros. La obra permitiría modernizar el corredor hasta la Raia. Del otro lado del Miño, sin embargo, Infraestruturas de Portugal estima que la mejora de la línea no estará completada hasta el año que viene. A finales de 2019 señalaba que los trabajos en el tendido entre Viana y Valença culminarán "en el cuarto trimestre de 2020". Poco después, a comienzos de 2021, debería finalizarse la instalación de las señales electrónicas.

La modernización de la Linha do Minho es clave en los planes de Arriva. De hecho, la propuesta de la filial de Deutsche Bahn contempla cubrir el trayecto entre A Coruña y Oporto en dos horas y 50 minutos, un objetivo ambicioso que "choca" con los tiempos actuales que maneja Renfe. Los convoyes más rápidos tardan 80 minutos en desplazarse de la urbe herculina a Urzáiz, lapso al que se suman los 142 minutos entre Guixar y Campanha. Total: más de tres horas y media.

En un inicio la compañía se marcó el objetivo de estrenar el servicio en julio de 2019. Incluso puso una fecha: el miércoles 17. Más tarde ese plazo se extendió hasta 2020. En el informe emitido en mayo del año pasado por la CNMC se desliza que la compañía planteaba -al menos entonces- poner sus trenes en funcionamiento a lo largo de este ejercicio. "Tal y como explica Arriva, el servicio comenzaría en 2020, año en el que, según sus planes, los administradores de infraestructuras de España y Portugal habrían culminado las actuaciones para la electrificación total de la línea", concreta el documento.

A día de hoy la filial de Deutsche Bahn no aporta más detalles ni fechas, aunque sus previsiones sobre el ritmo de mejora de la infraestructura empiezan a desfasarse. Tras el visto bueno de la CNMC le quedaban todavía varios trámites, como conseguir los certificados de seguridad y la homolgación de Adif.

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