Vigo, visitada y fotografiada cada año por millones de personas, no solo regala encantos paisajísticos y arquitectónicos, como la nueva Praza América, las playas, las humanizaciones o los reformados parques infantiles, también deja hueco para alimentar la tendencia conocida como feísmo, que concede valor estético a lo feo y cuenta con tantos seguidores como detractores. Estos son algunos de los casos concretos que más llaman la atención de turistas y vigueses a su paso por el centro de la ciudad.

| Paseo das Avenidas. Un accidente durante un concierto en O Marisquiño en agosto de 2018 provocó el hundimiento del muelle de madera del Paseo das Avenidas. Resultaron heridas más de 370 personas. Ahora, casi año y medio después, la situación que presenta uno de los entornos más visitados y atractivos de la ciudad es peor. En mayo de 2019, se desplomó una de las zonas que todavía seguía en pie. Actualmente, el Puerto trabaja en la aprobación del proyecto de reparación.

| López de Neira. En septiembre de 2017, un incendio calcinó dos edificios abandonados en los números 38 y 40 de esta calle, a escasos 200 metros de Príncipe, la joya de la corona olívica. Obligó a desalojar a nueve vecinos de un inmueble próximo; no se registraron heridos. Más de dos años después, la apariencia de ambas construcciones, que tan solo mantienen en pie la fachada, es la herencia que dejaron las llamas de aquel episodio aciago.

| Príncipe. En la milla de oro de la urbe, la calle más transitada y vía de conexión entre Porta do Sol y la Farola de Urzáiz, dos puntos de gran concurrencia en épocas festivas, destaca un edificio con la estructura apuntalada y cubierto por una malla que, en sus bajos, albergó antaño una papelería y una joyería, cuyos escaparates son ahora una galería de grafitis y carteles. En la fachada, un letrero anuncia que el inmueble está en venta.

| Areal. A poco más de 50 metros del punto en el que se instaló la noria gigante y el mercado de Navidad, transitado por cientos de miles de turistas durante casi dos meses, y en el núcleo de la noche viguesa, en la calle Areal, sorprende un edificio que presenta media fachada totalmente rehabilitada y, la otra mitad, apuntalada, sucia y visiblemente abandonada. A su lado, una de las discotecas más conocidas entre la juventud: Ferré.

| Gran Vía. En la intersección de una de las arterias de la metrópolis, la Gran Vía, con la calle Honduras, emerge un edificio que destaca por sus particulares colores: gris y naranja. Emplazado a unos 100 metros de la Praza de España, que da la bienvenida a la ciudad a miles de conductores cada día, este inmueble sirvió de residencia de okupas y permanece a medio hacer. En sus bajos, las pintadas y los papeles cobran el protagonismo.

| Colón. En el punto neurálgico de los selfis durante la Navidad de Vigo, la calle Colón, uno de los entornos con el metro cuadrado más caro de la ciudad olívica, se levanta una edificación que está sin terminar. Esta construcción, situada en el número 30 -pegada al edificio Platino-, está en venta por nueve millones de euros.

| Marqués de Valladares. En el cruce de las calles Colón y Marqués de Valladares, se encuentra el edificio Ribas, uno de los grandes iconos racionalistas de Vigo, que, actualmente, se ve deteriorado. El grupo Inveravante proyecta reformarlo para que acoja locales comerciales en su planta baja y apartamentos residenciales en las superiores. En la parcela anexa, construirá un inmueble.

| La Panificadora. Es una de las edificaciones más características del perfil urbano de Vigo: llegó a ser la envidia de la industria alimentaria del país. En 1981, sus propietarios bajaron la persiana tras dos décadas de capa caída. Casi un siglo después de su nacimiento, Concello y Zona Franca proyectan darle un nuevo uso -residencia de jóvenes y mayores y centro de innovación gastronómica- a este complejo enclavado a unos 100 metros de la cuna de la metrópolis: O Castro.