Vigo, como antes hicieron Barcelona o Buenos Aires, es la última ciudad en sumarse a la tendencia de reconvertir su zoo en un espacio de recuperación de la fauna o en un aula de la naturaleza, y con ello reaviva el debate sobre el futuro de estos centros. Su alcalde, Abel Caballero, tras doce años en el cargo, ha proclamado el fin de los animales en cautividad, lo que juzga "una crueldad absoluta", en unas dependencias de gestión municipal desde que fueron inauguradas en 1971.

Habla el regidor de una transición "suave y tranquila", consciente de la dificultad de realojar a los animales exóticos que alberga Vigozoo, como leones, panteras, tigres y cebras, o de la improbable devolución a su hábitat natural, como un oso pardo, linces o lobos que han vivido toda, o casi toda su vida, encerrados.

Así que la solución alternativa es mantenerlos en las condiciones más dignas posibles hasta el final de sus días y, mientras, ir potenciando la faceta educativa y conservacionista del centro.

Rubén Pérez, portavoz de la asociación animalista Libera! en Galicia, considera "irreal" el cierre de los zoos y ve más factible un cambio de gestión: pasar del "modelo colonialista de exhibición de bestias y especies exóticas" a otro más actualizado y útil para el conocimiento y la conservación de las especies. Ahora bien, advierte de que esta transición puede quedarse en simple "propaganda", sobre todo en los zoos de gestión privada, donde seguirá predominando el negocio, de modo que los programas de conservación que desarrollen tengan "poco impacto".

Alberto Díez, portavoz de Infozoos, proyecto impulsado por la Asociación nacional para la defensa de los animales (ANDA) y la Fundación para el asesoramiento y acción en defensa de los animales (FAADA), incide en que mientras haya animales expuestos al público seguirán siendo zoos, por mucho que se busque evitar el "estigma" que lleva aparejado el término.

Otra cosa, puntualiza, es la preponderancia que cada centro le dé a la parte lucrativa, al espectáculo, la exhibición, o por el contrario a la conservación, la recuperación y la educación sobre la biodiversidad; pero todos ellos, recalca, están obligados por ley a disponer de estos planes.

"No se trata del continente sino del contenido. No hay que tener miedo a la palabra zoo. Otra cosa es que de una forma responsable el propietario cambie la gestión y potencie la labor de conservación de la biodiversidad. Eso es más cercano a la realidad", sostiene Díez.

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Una nueva vida para Vigozoo

Una nueva vida para Vigozoo // J. Lores

Infozoos aprecia una tendencia, aunque aún minoritaria entre los en torno a 130 zoológicos, acuarios y centros de recuperación o de interpretación que hay en España, hacia ese nuevo paradigma, lo que aplaude, máxime porque "eliminar la existencia de vida silvestre en cautividad es absolutamente inviable", subraya su portavoz. Alude al tráfico ilegal de especies y también a programas de regeneración del lince o del quebrantahuesos que precisan de "material genético que está en los zoos", que "van a seguir siendo necesarios", proclama.

Existe una Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA en sus siglas en inglés) con más de 300 socios, 18 de ellos en España, que deben cumplir una serie de requisitos de seguridad, salud y bienestar, y entre cuyos objetivos está que los animales no sufran cuando están en cautividad.

Rubén Pérez, de Libera!, se muestra escéptico sobre este último punto y remite a la evidencia científica sobre el sufrimiento de los animales en cautividad, que desarrollan estereotipias, movimientos repetitivos que a los humanos "causan gracia" pero que son indicios de un "problema neurológico severo".

Ve imposible la normalidad en ejemplares de especies que recorren "cientos de kilómetros" o que viven en manada y que en un zoológico, por muy acondicionado que esté, están solos o en pareja, expuestos a "gritos y flashes" de los visitantes y que acaban siendo "caricaturas" de sí mismos.

También advierte del comportamiento "lobbista" (como grupos de presión) de los zoos y de entidades dedicadas al traslado de animales salvajes a centros recreativos, que inciden en su pertinencia como garantes de la pervivencia de especies en peligro de extinción, y de la práctica del "culling". Esta modalidad consiste en el sacrificio de ejemplares, supuestamente por razones de salud, espacio o consanguinidad, que el proyecto ZOOXXI, del que forma parte Libera!, cifra entre 3.000 y 5.000 solo en Europa.

Tanto Libera! como Infozoo defienden en el caso del zoo de Vigo el traslado de los animales exóticos a los llamados santuarios o reservas, "que no son tal, por muy bonita que sea la palabra", recalca Alberto Díez, pero advierten de su dificultad y, sobre todo, de su coste. Ante las dudas, "es preferible mantenerlos donde están a un mal traslado", apunta Díez.

A propósito de los costes, Rubén Pérez recalca que con los poco más de 100.000 euros anunciados por el alcalde de Vigo para acciones educativas, visitas y campamentos "no da", sino que tiene que haber "una planificación a años vista. No se puede resolver en una legislatura". Confía en que el Ayuntamiento de Vigo recurra al asesoramiento de expertos en la materia para analizar hasta qué punto está dispuesto a invertir "millones de euros" en la reconversión del zoo en un área de la naturaleza.