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Reaprender a (con)vivir en libertad

El CIS de Vigo, que depende del penitenciario de A Lama, acoge en la actualidad a más de un centenar de internos que buscan su reinserción

El centro pretende tapiar parte del patio y convertirlo en un gimnasio

Los restos de la antigua cárcel de Vigo todavía se pueden apreciar en las inmediaciones de la Avenida de Madrid. Paradójicamente, el moderno edificio que secunda sus muros sigue la estela de este pasado y alberga uno de los múltiples módulos que componen el Centro Penitenciario de A Lama: el de régimen de semilibertad. El Centro de Inserción Social (CIS) de Vigo, que lleva el nombre de la activista Carmen Avendaño, se encarga del cumplimiento de las penas de prisión en régimen abierto de aquellos internos que han alcanzado un tercer grado, también del seguimiento de aquellos que han obtenido la libertad condicional así como la gestión de las penas y medidas alternativas a la prisión cuya ejecución se atribuye a la Administración Penitenciaria (Trabajos en Beneficio de la Comunidad, TBC, o suspensiones de condena).

Este régimen penitenciario es el paso previo a la libertad completa, a la reinserción en la sociedad: tras cumplir parte de la pena de prisión en A Lama, los internos pueden obtener un tercer grado y pasar a cumplir el resto de su pena en un régimen de semilibertad en el CIS, donde tienen la obligación de pasar un mínimo de 8 horas diarias, pudiendo disponer del resto de la jornada para sus actividades laborares, búsqueda de empleo o formación, salidas familiares... Reaprender a vivir tras una estancia -corta o larga- entre rejas. Pero a este tercer grado o régimen abierto no accede cualquier penado. "Lo primero es cumplir con una serie de requisitos legales unidos a su capacidad de vivir en semilibertad. Un equipo de profesionales a través de la Junta de Tratamiento es la encargada de valorarlo. Se estudia caso a caso. Toda condena o todo grado penitenciario se revisa cada seis meses para ver si existe esta capacitación. Es muy proceso muy individualizado", señala la directora de la prisión de A Lama, Teresa Delgado. "Hay penados que pasan toda su condena en régimen ordinario, en el penal, y obviamente no es lo ideal pero igual no se dan las circunstancias en las que no puede o no está capacitado para afrontar esta semilibertad", incide Delgado.

Un grupo integrado por psicólogos, educadores, trabajadores sociales y juristas es el encargado de proponer la clasificación de los internos, para lo que se valoran factores como la conducta en prisión, los hábitos laborales y el apoyo social y familiar, la falta de antecedentes, la ausencia de problemática toxicológica, la antigüedad de los delitos cometidos, el pago de la responsabilidad civil o la motivación ante la rehabilitación. "Lo que se busca siempre es su adaptación de nuevo a la sociedad, trabajar en la problemática de porqué has delinquido y solventarla", precisa la directora de A Lama.

Actualmente son 108 los internos que conviven en las instalaciones del CIS de Vigo, 94 hombres y tan solo 12 mujeres. Resulta imposible establecer un organigrama o agenda diaria ya que en función del contexto social o laboral del penado, los horarios de estadía en el recinto varían. "Somos más o menos laxos en función de si tiene trabajo o no, acuden a actividades formativas o a comunidades terapéuticas por temas de desintoxicación. En caso de que alguno no cuente con ninguna de estas opciones, no podrá pasar tanto tiempo fuera del CIS como otros, tendrá un horario mucho más restringido", añade la directora del penal pontevedrés.

Penas alternativas

El índice de ocupación -que se establece en un máximo de 136 habitaciones- es muy volátil si bien la tendencia a la baja está íntimamente relacionado con el descenso generalizado de la población reclusa. Desde hace diez años, tanto en A Lama como en el resto de centros penitenciarios los ratios de condenados se sitúan en mínimos. "Antes rondábamos los 1.800/1.900 y ahora estamos en 1.050", explica la directora. Frente a este receso en el número de personas condenadas a penas privativas de libertad se encuentran las medidas alternativas como pueden ser los trabajos en beneficio de la comunidad o las suspensiones de condena, que sí han experimentado un notable crecimiento y que también son gestionadas por el CIS. "Están creciendo muchísimo estas penas. Nosotros nos encargaríamos de hacer el plan, es decir, dónde tienen que hacer estos TBC, el horario al que tienen que acudir, etc. El volumen de las ejecutorias en 2019 fue de más de 1.700", amplía Raquel Casal Comesaña, la subdirectora del centro.

Estos trabajos sociales se regulan a través de convenios con Concello y Diputación así como entidades sin ánimo de lucro. En cuanto a las suspensiones de condena, se colabora con entidades como Cruz Roja, Amikeko, Proyecto Hombre, Alborada, Cedro o Fundación Érguete, entre otros.

A mayores de este seguimiento, el CIS de Vigo también se encarga del control de la libertad condicional, un beneficio concedido por el juez de Vigilancia Penitenciaria que se le aplica al reo cuando este haya extinguido las tres cuartas partes de la pena impuesta, se encuentre clasificado en tercer grado y se haya observado buena conducta. "Se le cita una vez al mes; verificamos si se están cumpliendo las medidas o incluso se podría solicitar la revocación de la misma al juez", explica la directora, Teresa Delgado. "A veces parece que la libertad condicional es eso, que ya estás libre, y no es así. Estás en tu casa, sí, pero por ejemplo para hacer muchas cosas tienes que pedir permiso al juez, para salir de la provincia tienes que pedir permiso y que te lo aprueben", amplía Casal.

En cuanto al tiempo de estadía del penado en el CIS es totalmente variable, desde estancias muy breves hasta los tres años, si bien "no está pensado para un cumplimiento largo". "El CIS es muy dinámico, resulta complicado establecer un tiempo medio de estancia, todo depende de la conducta del interno en A Lama. No por cumplir la cuarta parte de la pena accedes a este tercer grado, no. Todo es evolución. Lo primero, o lo normal, serían permisos o salidas para ver su evolución y luego el tercer grado. Nos tienen que dar garantías y que no existe riesgo de reincidencias; que ha trabajado su problemática", concluye Delgado.

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