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El kilómetro cero de los alimentos

Los productos de proximidad experimentan una tendencia al alza en Vigo

El kilómetro cero de los alimentos

Hacer la compra es un gesto que, en la sociedad actual, requiere de conocimientos previos. Las nuevas generaciones acuden a los mercados o a las grandes superficies móvil en mano para analizar cada alimento y catalogarlo en procesado o no. Desde pequeños, en los colegios se enseña a leer etiquetas y, en cualquier librería, los libros de comida son top ventas. Siguiendo esta moda, el origen de los alimentos importa y en la ciudad olívica hay una tendencia al alza en el consumo de los productos kilómetro cero, aquellos que se producen en un radio que no supera los cien kilómetros de distancia.

El área de Vigo concentra 24 negocios dedicados exclusivamente a productos ecológicos y, de esta veintena, más de una decena de tiendas y cooperativas están dedicadas a la venta y producción de alimentos de cercanía, cuatro de ellas se abrieron en los últimos seis años. "Vigo se caracteriza como ciudad, por quizás, contar con la mayor oferta de cooperativas de consumo, herbolarios, restaurantes y tiendas que ofrecen género de producción ecológica en Galicia", comentan los dueños de Urbanic, Adrián Román y Óscar Márquez. Algunas de las muchas ventajas de consumir productos de cercanía son las de "disminuir la huella de carbono", apoyar "la economía circular" y los productos artesanos "ligados a la identidad".

En ocho años, la cooperativa viguesa Árbore aumentó en 81 el número de socios, siendo 341 en la actualidad. "Nosotros nos surtimos de productores próximos localizados en Vigo, O Condado, O Morrazo y Val Miñor y el volumen de ventas nuestro y del sector es cada año mayor", apunta el trabajador de Árbore, Manuel Domínguez.

"Aunque hay gente que te pregunta por el origen de las cosas, un 70% compra estos alimentos por temas de salud y de sabor y un 30% por ser kilómetro cero", añaden los gerentes de Terrae, Daniel Amigo y Marcelo Garolla.

Marta Touriño es una joven profesora viguesa que acude a comercios ecológicos para cuidar su cuerpo y dar apoyo a los agricultores y ganaderos locales. "Desde que me independicé compro productos kilómetro cero porque son más saludables ya que no se utilizan frigoríficos para conservarlos durante mucho tiempo, conservan mejor sus propiedades y se facilita la comercialización de los productos autóctonos", detalla Marta Touriño.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció diecisiete objetivos de desarrollo sostenible, incorporados en la Agenda 2030, en los que se aboga por la importancia de un consumo de proximidad. "Si hacemos nuestras compras a proveedores locales podemos marcar la diferencia y ejercer presión sobre las empresas para que adopten prácticas sostenibles", expone el documento.

El transporte de cualquier tipo de alimentos, a larga distancia, emite grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2). En una cesta de la compra en la que haya productos básicos se pueden emitir hasta 2,82 kilos de CO2, lo equivalente a lo que contaminaría un coche al recorrer 17,36 kilómetros. Según los cálculos realizados por la asociación Amigos de la Tierra, un kilo de carne, pescado y huevos produce casi un kilo de dióxido de carbono; la misma cantidad de verduras, hortalizas, legumbres y harinas lanza a la atmósfera medio kilo de CO2 y un kilo de azúcar o café emite 0,13 kilos de dióxido de carbono,

Los cultivos de proximidad son cosechados en la temporada que le pertenece por lo que se potencian sus propiedades nutricionales. "Se destacan aspectos como la promoción del mercado local, la menor huella medioambiental o el precio, pero las ventajas nutricionales, desde mi punto de vista, marcan la diferencia sobre otro tipo de alimentos", comenta la diplomada en Nutrición Humana y Dietética y Licenciada en Farmacia, Maika López. De sus propiedades, la nutricionista viguesa destaca: "En la práctica clínica sí se observa que estos productos de cercanía tienen efectos positivos sobre la salud".

Estos cultivos siguen las indicaciones de una agricultura ecológica que no utiliza ni fertilizantes ni pesticidas químicos. "Son productos más frescos, con mayor sabor, debido a su maduración más lenta, y no necesitan conservantes", explica Maika López.

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