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El jurado declara a Adrio culpable de matar a Ana Enjamio sin considerarlo crimen machista

Unanimidad al verlo responsable de asesinato con alevosía y ensañamiento y acoso -Califican el crimen de "pasional" y no dan por probada la agravante de género porque no era "su"mujer

El hermano y la madre de la víctima, en la sala de vistas. // A.Villar

Tras día y medio de deliberación, el jurado popular emitió ayer su veredicto en el que, por unanimidad, declara a César Adrio culpable de matar "de forma material, directa y deseada" a Ana Enjamio en diciembre de 2016 en Vigo asestándole 28 puñaladas sin que ella pudiese defenderse. Lo hizo, concluyen, tras someterla meses a un perseverante "hostigamiento y control" al no aceptar que la joven ingeniera pusiese fin a la relación sentimental que habían mantenido. El tribunal lo ve responsable de un delito de asesinato con ensañamiento y alevosía, así como de acoso y vulneración de la intimidad. Aprecian la circunstancia agravante de parentesco, por la convivencia que hubo entre víctima y agresor que tras la ruptura derivó en un "deseo de posesión y obsesión", pero no dan por probada otra agravante en la que las acusaciones hicieron hincapié en el juicio: la de género. Ese punto fue, de hecho, el único de los 25 sometidos a su consideración en el que no hubo unanimidad: estiman que fue "crimen pasional" y que el encausado consideraba a la chica "de su propiedad". Pero esto, añaden, "independientemente de ser mujer". "Diferente hubiera sido en este apartado -en referencia al texto que votaron- si especificase 'su' mujer", argumentan.

El dictamen. Familiares de Ana Enjamio, como su madre y su hermano, asistieron a la lectura del veredicto por parte del portavoz del jurado. Un tribunal de 5 hombres y 4 mujeres que no se creyó la versión exculpatoria de Adrio. El acta que redactaron arranca relatando que Ana empezó a trabajar en 2015 en la empresa de Porriño donde conoció a César. Entre diciembre de ese año y enero de 2016 iniciaron una relación y se fueron a vivir juntos. El noviazgo lo mantuvieron "oculto" en su entorno personal y laboral.

La convivencia cesó aquel julio. "César no aceptó la ruptura, comenzando entonces, y en los meses siguientes, un hostigamiento y control sobre Ana, insistiendo en que volviera con él", ve probado el jurado sobre esa "intromisión reiterada" que "alteró" la vida de la joven. Y ello, esgrimen, por hechos como cuando Adrio robó el teléfono móvil de ella en un viaje de trabajo a Portugal, que instalase aplicaciones "espía" para controlarla, un incidente con un test de embarazo o el envío por parte del acusado a Samuel -el novio de toda la vida de la chica con el que volvió tras romper con Adrio- de un email o una foto de él y la joven desnudos de cintura para arriba. El fin, entorpecer esa reconciliación.

El jurado no ve pruebas y, al contrario, estiman que había retomado en firme su noviazgo con Samuel como lo demuestran un viaje de ambos a Lisboa o los wassaps entre la ingeniera y el acusado.

Con este panorama, el 16 de diciembre de aquel 2016 fue la cena de empresa donde encausado y víctima coincidieron. Pasadas las cinco de la madrugada, Ana, "que no quería estar con César", se fue en coche con unas compañeras, que la dejaron cerca del portal de su edificio. Y allí, en ese portal, este vigués la abordó de "manera sorpresiva", insistiendo en sus "intenciones" con ella mientras la joven le pedía que "se marchara", dice el jurado. Y de repente él "sacó un cuchillo o arma blanca", que, con el fin "de acabar con su vida", le clavó "de forma reiterada" asestándole hasta 28 puñaladas para "asegurarse" su muerte: 21 le afectaron a la mama izquierda y 12 de ellas le alcanzaron el corazón. Seis se lo "atravesaron".

"Clara y total indefensión"

Ana "no se esperaba" ese ataque "sorpresivo". El jurado estima que la víctima no se sentía amenazada físicamente por César: el mismo día de la cena, al mediodía, lo había llevado en su coche al hospital desde el trabajo y un testigo clave, un guardia civil que los vio en el portal antes del crimen, no vio "temor" en el tono de ella cuando le pedía que se fuese. Todas estas circunstancias, concluye el tribunal, la colocaron en "clara y total indefensión". Aquí está la alevosía. Y el ensañamiento en que, por el número de cuchillazos, él "quería causarle un incremento al dolor propio de la muerte".

Junto a la agravante de parentesco, el jurado ve abuso de superioridad y aprovechamiento de las circunstancias de hora y lugar -era madrugada-. Pero no aprecian la de género, en la que habían insistido las acusaciones al defender que fue un crimen machista "de libro", un "la maté porque era mía". A la pregunta de si "César causó la muerte de Ana con el deseo de dejar patente su sentimiento de superioridad sobre ella, por el hecho de ser ésta una mujer", solo tres jurados votaron a favor. Seis lo hicieron en contra.

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