"La maté porque era mía". Este clásico esgrimido ayer por las acusaciones durante su turno de alegatos para definir el caso del crimen de la joven ingeniera Ana Enjamio fue verbalizado también por una de las testigos en la segunda sesión del juicio. Concretamente, esta mujer, compañera de trabajo y amiga de la fallecida reconoció que el acusado, el vigués César Adrio, le confesó que "ella (por Ana) no acabará conmigo, pero tampoco con otro". "Me dijo que su relación era algo como que quedó inacabada. Contó que no dormía, que estaba mal, yo pensaba que era por el divorcio, pero no; era por Ana. Me dijo que se le venían imágenes de ella y Samuel juntos y que no podía vivir así. Le comenté que tenía que olvidarla, pero me dijo que no podía", afirmó la testigo a preguntas de la Fiscalía.

Esta conversación se produjo tan solo unas horas antes de la muerte a cuchilladas de la joven en el portal del piso que compartía en Avenida de Madrid, en la madrugada del 17 de diciembre de 2016 al concluir la cena de empresa a la que acudieron tanto Ana María Enjamio como su presunto agresor, César Adrio. Si bien reconocen que la joven era una chica discreta y "no contaba sus problemas", dos de sus amigas y a la vez compañeras de trabajo relataron algunos comentarios e incidentes que les trasmitía de su relación con el acusado. "Estaba irascible, nerviosa agobiada... Nos contó varios episodios de discusiones, se le aparecía en el portal de Avenida de Madrid (el acusado aseguró que desconocía dónde vivía y que "nunca" había estado en dicha vivienda) y la obligaba a bajar para que no montase escándalo, la amenazaba con publicar cosas. También si aparcaba en un sitio, se lo encontraba; si lo dejaba el otra calle, también. Le sugerimos que buscase en su coche algún localizador", respondieron las testigos.

Ambas coincidieron también al señalar la discreción o hermetismo con el que tanto Ana como César, al igual que confesó en su declaración el acusado, llevaron su relación. "Sospechábamos algo pero no fue hasta que cuando le iba a escribir a César vi que en su perfil de whatsapp tenía fotos con Ana, así que nos lo terminó contando. Nos dijo que estuvieron juntos pero que ya no, que estaba agobiada porque la estaba acosando. Ella no tenía miedo de que le hiciese algo sino que se supiese la relación y también que molestase a Samuel", apreciaron las dos amigas.

También el propio Samuel, su primer novio y con el que había intentado retomar su relación, reconoció esta situación de hostigamiento que presuntamente sufría Ana. "Yo la veía mal psicológicamente; decía que estaba sola, agobiada, mucha presión... Se sentía avergonzada de su relación con César, se echaba a llorar por esa presión. Lo único que yo quería es que se apartase de él", relató este testigo a cuestiones de la defensa.

El joven relató también un incidente entre Ana y César en las inmediaciones de calle Venezuela, cuando presuntamente él no le dejaba salir del coche. "Él le reclamaba las llaves del piso, y vi como César le alzaba la voz y a ella bastante desesperada, encerrada en el coche. Tras este incidente, me dijo que acababa de ver la verdadera cara de César", aseveró.

Sobre la noche del crimen, la versión ofrecida por los testigos dista de la pronunciada en la jornada del lunes por el encausado. Las compañeras de Ana María Enjamio afirman que les confesó durante la cena de empresa que César Adrio se había colado en el baño con ella pero que no había "conseguido lo que quería" -algo a lo que el acusado se refirió el lunes como "un escarceo" sexual- y que vio cómo ella lo rechazó cuando le hizo muestras de cariño. Otro compañero que declaró también como testigo afirmó que vio cómo ella lo separaba con la mano cuando César se aproximaba mucho a ella. Todos coinciden en que no los vieron bailar juntos en el evento.

Contradicciones

Tras la cena y posterior baile, al encontrarse una de las amigas de Ana afectada por el consumo de alcohol acudieron a dar "un paseo de casi una hora" con ella. Es aquí donde surgen las primeras contradicciones. Mientras una de las amigas asegura ser "consciente de que Ana venía a mi lado" y no haber hablado con César durante este paseo más allá que para gritarle que se fuese, el otro compañero de trabajo que las acompañaba asegura que "Ana y César siempre iban detrás nuestra", si bien pudo apreciar "un gesto de desaprobación de ella" aunque no recuerda que le dijese o gritase nada a él. "Solo conversaban pero no lo pude escuchar", concluyó.