Siempre en minoría a lo largo de sus doce años de gobiernos municipales, el diálogo fue su seña. Así lo recordaba Manoel Soto a través de la pluma del periodista Fernando Franco en las Memorias del suplemento dominical de este diario Memorias. "Goberné Vigo durante doce años de 1979 a 1991, a base de muchísimo diálogo, pensando siempre en el bien común para poder llegar a acuerdos. Y los demás también se conducían con parecida generosidad de miras", recalcaba. Era, para todos los miembros de la Corporación, el despertar a la democracia y aquella concordia dio lugar a un momento deslumbrante para la ciudad. "Con la colaboración no solo de los concejales, sino de muchísimos funcionarios, no creo envanecerme si digo que Vigo vivió en mi etapa en la Alcaldía una verdadera revolución. Se cambiaron modos, conductas... y hubo un estado de obras. Aquí llegaron los reactores, nació el hospital del Meixoeiro, se consiguió la autovía con Madrid, se logró la Universidad para Vigo... ", recordaba.

Todo solventado en medio de una fragmentación política que hoy haría impensables tales logros. "Fui candidato a la Alcaldía de Vigo y al ser elegido alcalde gobernamos con una coalición de cinco partidos de izquierdas. Y a pesar de que teníamos diversas diferencias ideológicas, finalizamos la legislatura como amigos. También, aunque muchas veces tuviéramos muy intensas y apasionadas discusiones, con una buena relación personal con los miembros de derechas de la oposición", narraba.

Los recuerdos que Manoel Soto regaló a FARO en aquella doble página arrancaban en el Ourense de su infancia, en su querida y humilde familia, en los amigos de la niñez que conservaba en la actualidad. Lo marcaron sus primeros pinitos en grupos musicales de la adolescencia y su pronta marcha a Madrid en busca de un futuro mejor en el pujante Grupo de Empresas Barreiros de los años sesenta. Allí conoció a su amada Puri del Palacio, se casó con ella y entró de lleno en el mundo de la cultura que años más tarde guiaría también su esfuerzo por dinamizar Vigo.

A la ciudad olívica llegó en los setenta, para trabajar en el sector textil. Aquí se acercó a la política clandestina y se afilió al PSOE "con el ánimo de trabajar para ayudar a instaurar la democracia en España". Después llegaron los logros en la gestión local, pero también una importante contribución al estatus de Galicia en el Estado español. "Creo que fue decisiva mi participación en el seno del PSOE español para echar abajo el Estatuto de Autonomía de segunda que nos querían imponer desde las Cortes, alejándonos de Cataluña y País Vasco", apuntaba.