Todos querían tener un lugar privilegiado para presenciar el momento del encendido de las luces. Por eso, desde primera hora de la tarde, empezaron a llegar personas ya al entorno de Porta do Sol. Y alrededor de las 18.30, dos horas antes de que Abel Caballero pulsase el botón que iluminó la ciudad olívica, toda la zona estaba abarrotada y era imposible acceder. Para amenizar la espera, sonaban en los altavoces canciones de todo tipo y los propios asistentes corearon cánticos ensalzando a la ciudad y también al propio Caballero. Muchos, incluso se sentaron en el suelo durante toda la tarde para reservar su espacio y que nadie le arrebatase su sitio.