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Media docena de tareas para Moncloa

El próximo Gobierno deberá afrontar en la ciudad la reforma de la AP-9 en tramo urbano, la inclusión del Puerto como red básica o el AVE por Cerdedo

La AP-9 y Rande | Se esperan los pasos de Fomento para remodelar la entrada de la AP-9 en la ciudad y suprimir, al fin, el peaje de Rande.

Cuando se resuelva el intrincando tablero político surgido del 10N, el futuro inquilino de La Moncloa se encontrará, esperándole en un cajón, media docena de proyectos relevantes para Vigo, en justa correspondencia con su peso económico y demográfico. Buena parte de ellas son infraestructuras largo tiempo esperadas, que requieren celeridad en la toma de decisiones, como la conexión directa del AVE con la Meseta, la transformación de la AP-9 en su entrada en la ciudad, el impulso a la autovía a Porriño o el desarrollo de la salida sur ferroviaria con Oporto dentro de los planes del Corredor Atlántico de Mercancías.

La llegada de la Alta Velocidad a Galicia se consumará a comienzos de la década, una vez finalicen las obras -que amagan con nuevos retrasos- cuando la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria (AESF) dé luz verde a las pruebas. Pero, en lo que respecta a Vigo, la llegada no será plena. Faltará un ramal que conecte la capital con la Meseta hasta Madrid y que no fuerce a los vigueses a pasar por Santiago para completar el trayecto. Esa conexión es la variante por Cerdedo, "el gran sueño de esta ciudad", como llegó a definirla Caballero. Después de su bloqueo durante décadas (ya en 2003 el Gobierno Aznar comenzó a hablar de ella como parte del Plan Galicia), la última novedad se produjo en mayo, cuando el Adif adjudicó el estudio hidrogeológico por 1,8 millones y 36 meses de plazo de ejecución.

Una transformación ferroviaria también significa la inclusión del noroeste en el Corredor Atlántico de Mercancías y el Puerto de Vigo dentro de la red básica de transportes trazada por Bruselas. De momento el tramo con Oporto forma parte de un segundo escalafón, la red global, pero podrá optar a ayudas. Fomento tiene pendiente elaborar un Plan Director de modernización de las líneas para batallar por los fondos del Mecanismo Conectar Europa (MEC) a partir del nuevo marco financiero plurianual de la UE (2021-2027).

A renglón seguido, el nuevo Gobierno tiene la posibilidad de relanzar la autovía Vigo-Porriño: una alternativa para conectar los dos grandes ejes empresariales del sur gallego y, sobre todo, para salvar el revirado y peligroso trazado de la A-55 en Puxeiros. Rajoy la había incluido dentro del Plan de Inversiones Extraordinarias en Carreteras (PIC) tras dejar caducar una declaración de impacto ambiental. En junio se anunció un nuevo estudio y la redacción del proyecto técnico.

Otra prioridad para el nuevo ejecutivo es la conversión de la AP-9 en tramo urbano a su entrada en Vigo. Si el primer borrador del PXOM ya baraja cubrir algunos de los tramos y enlazar la autopista desde Buenos Aires, el Ministerio todavía no ha sacado a la luz el prometido estudio de impacto de tráfico. El documento es vital también para la esperada supresión del peaje de Rande, pues Fomento metió dentro del mismo paquete las obras en la autopista al fin de la tarifa. Por otro lado la iluminación del Puente de Rande, más ormamental que otra cosa, de momento es solo un proyecto, a la espera de mayor concreción.

Fuera de las infraestructuras de transporte, el nuevo -y necesario- abastecimiento de agua para Vigo y su área dará noticias en la próxima legislatura. En octubre el BOE publicó la licitación de un estudio de alternativas a elaborar en un plazo de 13 meses. Se antoja fundamental para abordar un debate que sienta en la misma mesa al Ministerio para la Transición Ecológica, la Xunta y el Concello. De ahí debe salir una solución alternativa a la presa de Eiras en periodos de sequía, ya sea con su recrecido, con un trasvase o con una nueva presa.

El proyecto que completa la media docena de deberes es la imprescindible conexión del polígono de Balaídos a la red eléctrica de Muy Alta Tensión (MAT), de 220 kV. Su consecución paliaría los recurrentes huecos de tensión que obligan a paralizar la fabricación de vehículos en la planta de PSA. Ni la compañía -clave de bóveda de empleo- ni Vigo merecen una red de segunda división.

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