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Un vigués evidencia la falta de seguridad en los juzgados al arrasar de noche el de Violencia

La hipótesis es que provocó daños en la sala como revancha por el archivo de un procedimiento de maltrato de su novia contra la expareja

Eran sobre las cuatro y media de la madrugada cuando un individuo, del que después se sabría que es un vigués de 37 años con un puñado de antecedentes y aparentemente movido por un ánimo de revancha, rompía con una gran piedra la cristalera de la puerta de acceso al edificio nuevo de los juzgados de la calle Lalín de Vigo. El enorme agujero le permitió acceder al hall, donde tiró una mesa y un panel informativo. Las cámaras de seguridad no captaron todos sus movimientos, pero de su análisis se sabe que fue al ascensor y subió directo a la cuarta planta. Allí estaba lo que era su claro objetivo, el Juzgado de Violencia sobre la Mujer. Porque no entró en ninguna otra sala. De una patada habría logrado vencer la resistencia de la puerta y, ya dentro, arrasó casi con todo. Junto con ordenadores y material de oficina, revolvió y arrojó al suelo documentación muy sensible: expedientes de causas de violencia machista con datos de víctimas, investigados y, en definitiva, de asuntos en instrucción. Desde allí llamó al 091 de la Policía Nacional para confesar lo que estaba haciendo. Abandonó el edificio, sin llevarse nada, antes de la llegada de las primeras patrullas. En total, campó por el edificio judicial entre 20 minutos y media hora. Después se fue a un bar próximo, en la avenida de Florida, y volvió a telefonear a la Policía. Allí fue detenido. Horas después era trasladado al Hospital Álvaro Cunqueiro para una evaluación psiquiátrica.

La sorprendente incursión en los juzgados de este hombre -que en realidad solo fue una pieza más del rompecabezas de incidentes que protagonizó a lo largo de la noche- se produjo la madrugada de este viernes al sábado. Aunque los robos y otros episodios similares no son excepcionales en los tribunales, lo de ayer es insólito. Inaudito por el fin que movió a este vigués. Y también porque evidencia una brecha de seguridad en las sedes judiciales de la calle Lalín. De noche no hay vigilancia policial. Las fuentes consultadas detallan que existe una alarma conectada a la sede de la Unidade de Vixiancia de Edificios Xudicias (UVEX) en A Coruña. Sobre si saltó o no esta alarma o si hubo algún otro problema no se dio aún información definitiva. Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) y Xunta informaron de que se está elaborando un informe.

La gran clave de este suceso es esclarecer la razón por la que el individuo fue directo a la sala que instruye las causas de maltrato a mujeres. Desde el inicio saltó la sospecha de que los daños podrían deberse a su enfado por algún caso que lleva la sala. Y las primeras investigaciones parecen apuntar a que así fue. Él no consta como investigado en ningún procedimiento del juzgado, pero la semana pasada había ido precisamente a este tribunal a declarar como testigo en un asunto en el que la denunciante era su actual novia y el denunciado, un excompañero sentimental de ella. La cuestión es que la jueza finalmente archivó el caso. Y se sospecha que su desacuerdo con este sobreseimiento le movió a los destrozos de la madrugada de ayer. De hecho, poco antes había ido a la comisaría para intentar presentar una denuncia contra la magistrada.

Y sobre él, la Policía Nacional concretó que tiene siete antecedentes policiales. Uno es de violencia de género, pero ya está cancelado desde 2018, se llevó en otro juzgado y no tendría relación con lo de ayer. Al parecer, en otras salas de Instrucción de Vigo, ubicadas en el mismo edificio en el que entró, se llevan casos contra él, pero por otro tipo de delitos.

Una lesión en una mano

A la espera de aclarar todos los extremos sobre los rocambolescos hechos, lo que se sabe sobre el periplo del detenido la pasada madrugada es que fue sobre las 05.05 horas cuando el 091 recibió su llamada relatándoles que estaba causando daños en el juzgado. Ya llevaba allí bastante tiempo. Las dotaciones fueron al lugar y ya se toparon con la puerta del edificio fracturada y el adoquín utilizado al lado. Revisaron el inmueble judicial y ya no encontraron al individuo, pero se toparon con el estropicio en la sala de Violencia: la fotocopiadora volcada en el pasillo, causas judiciales y material por el suelo y ordenadores también tirados o dañados. Se ensañó sobre todo con la oficina de los funcionarios y causó daños también en la de la fiscal. No entró en el despacho de la jueza ni en la sala de vistas. Se encontraron restos de sangre en distintas zonas.

El individuo había huido, pero pronto darían con él. Había ido a un bar desde el que llamó de nuevo. Al llegar los policías vieron que sangraba en las manos. Y pronto lo relacionaron con otros dos incidentes de esa noche, según fuentes policiales oficiales. Uno en la calle Pateira y otro en la propia comisaría, donde intentó presentar una denuncia contra la jueza de la sala que arrasaría después. Cuando estuvo allí ya tenía herida la mano y aunque los agentes llamaron al 061, él se fue sin querer ser asistido. Poco después entraría en el juzgado y finalmente acabaría arrestado.

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