Cooperar para ayudar... y también aprender del otro. La asociación Enxeñería Sen Fronteiras, fundada por estudiantes de la UVigo en 1993, mantiene su actividad solidaria a ambos lados del Atlántico gracias al empuje de sus primeros socios y de las nuevas generaciones de universitarios gallegos. El I Premio Humana del Consello Social reconocía recientemente esta labor y su primer presidente y fundador, José María Vara, recordaba durante la entrega del galardón a todos los voluntarios que han trabajado este tiempo para "conseguir un mundo más justo".
Durante 26 años, ESF ha desarrollado proyectos en los campos de refugiados saharauis, Albania, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras, el único país en el que trabaja actualmente. "Todos estamos muy contentos con el premio porque reconoce el esfuerzo de Pepe y de las personas que la crearon, así como de todos los que continuaron. Nos carga las pilas. Nuestra base social mayoritaria siempre ha sido universitaria, pero también contamos con otro tipo de miembros. Y no solo del ámbito de las ingenierías, tenemos politólogos o arqueólogos", apunta el actual presidente, Daniel Vila, quien entró en la asociación hace una década mientras estudiaba Ingeniería Eléctrica en el campus vigués.
Además de la ilusión de sus miembros, la filosofía de trabajo está detrás de la pervivencia de ESF. "Abordamos cada proyecto de manera global. Hay que entender a las personas y su entorno para que la ayuda sea eficaz y sostenible y no se quede en proyectos inútiles que no funcionen nunca. Por eso la mayoría de nuestras iniciativas son de formación. No se trata de montar una depuradora y ya está, sino de capacitar a la gente de la zona para que después puedan gestionarla. Por eso nuestros proyectos se prolongan en el tiempo, tenemos algunos en marcha desde hace 7 u 8 años", destaca.
Y otro factor imprescindible es el género, ya que como recuerda Vila, está demostrado que es fundamental para el desarrollo de un país. De hecho, dentro de un programa de educación para el desarrollo, dos mariscadoras hondureñas visitaron Galicia en octubre para compartir su experiencia con las de aquí.
"Todos podemos aprender de todos. Ellas adquieren conocimientos, pero enseñan muchísimo sobre sus luchas y su trabajo, subraya el presidente sobre cómo se entiende la solidaridad en ESF. "La cooperación no es ir a un país , sino aprender unos de otros", insiste.
Las líneas principales de trabajo son el derecho al agua, la soberanía alimentaria, un nuevo modelo energético, electrónica ética y la educación para el desarrollo. Esta última ya se ha convertido en una asignatura de Ingeniería Civil en la UDC. "La impartíamos nosotros pero ahora forma parte del plan de estudios. El objetivo es que los proyectos de infraestructuras siempre incluyan la parte humana, que a veces se olvida", comenta Daniel Vila.
ESF desarrolla todas sus iniciativas en colaboración con socios locales que valoran en gran medida su forma de trabajar: "Somos pequeños y aportamos poco dinero, pero fortalecemos sus estructuras. Estuve allí hace dos meses y es muy bonito que te reconozcan".
Actualmente colaboran con tres asociaciones del Golfo de Fonseca: Coddeffa Golf, que agrupa a pescadores; la Asociación Hondureña de Juntas de Agua y Saneamiento (AHSAJA); y la mancomunidad de municipios Nasmar, con la que desarrollan un proyecto de formación y capacitación técnica que incluirá una obra el año que viene.
Las iniciativas se deciden en función de la planificación estratégica que elaboran cada cuatro años y recurren a personas con experiencia en la materia para diseñarlas. También cuentan con un programa de conocimiento de la realidad para que voluntarios viajen a los países implicados: "Su trabajo principal es empaparse de lo que ocurre para ser más efectivos Son experiencias muy interesantes para ellos".
