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Las procesiones de Semana Santa, en el aire si desaparece la Cofradía del Silencio

La organización sopesa no sacar los pasos un año y buscar "más compromiso" - "Pediremos ayuda al Obispado para poder seguir", señala

Miembros de la cofradía del Silencio, en la procesión de la Borriquita, en 2015. // R.G

La lluvia y el mal tiempo dejarán de ser el mayor condicionante en la salida de los tradicionales pasos de la Semana Santa. Y es que la posible disolución de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Silencio -sus miembros estudiarán su viabilidad en una reunión el próximo 2 de diciembre, tal y como recogía ayer FARO- pone en jaque al resto de procesiones dependientes de las Hermandades de La Pasión y La Piedad (al margen de las celebradas por las Hermandades de Teis y Bouzas en ambos distritos).

Así lo ha traslado a este periódico el coordinador de estos actos litúrgicos, Ángel Dorrego. "Estamos en tensión, sí. Si deciden disolverse va a ser complicado que nosotros hagamos la salida. Porque la parte central de la Semana Santa son ellos, es la original; la nuestra es complementaria. Si ellos no salen va a ser muy difícil que salgamos nosotros. Faltarían muchas piezas y es muy duro sacar una procesión parcelada ", lamenta Dorrego.

Las procesiones de Semana Santa en la ciudad, celebradas entre finales de mayo o principios de abril, si bien es cierto que han ido perdiendo adeptos, partidarios e incluso miembros, se han mantenido firmes en las últimas seis décadas -siempre con permiso de la climatología-. En caso de que la cofradía del Silencio optase por la disolución, 2019 podría convertirse en el primer año sin el desfile de los pasos y tallas las jornadas de Jueves y Viernes Santo. Pero, ¿y el Domingo de Ramos? La continuidad de la Borriquita, que junto con la del Cristo de la Victoria conforman las dos procesiones más multitudinarias y singulares de la ciudad, también está en el aire al ser una de las imágenes de la cofradía de Nuestro Padre Jesús del Silencio. "Vamos hacer todo lo posible por que salga la Borriquita, se haría con menos detalles, sin tanta flor o tanta gente, pero vamos a tratar de mantenerla. Es un poco el objetivo principal en vista de la situación", añade Ángel Dorrego.

La falta de relevo generacional, de pertenencia o fidelidad a las tallas y la escasez de recursos están detrás de esta ebullición que podría poner fin a la celebración de la tradicional Semana Santa. O al menos de forma temporal.

Este es otro de los planteamientos previstos por la organización. "Tengo que esperar a poder hablar con el Obispo porque así no se puede seguir. Igual es bueno parar un año y tratar de reflotar todas las cofradías y volver a hacer otra Semana Santa. Ya no solo es una cuestión económica, porque esto al final sales menos ornamentado o decorado o sin música y ya está pero el problema sin las personas. Por ello igual sería correcto durante un año intentar solucionar el problema de la asistencia y el compromiso, que para mí es el principal escollo. Y que tenga una continuidad o que directamente dejen de hacerse", zanja.

Esta ausencia y necesidad de fieles aflora cada mes de febrero, cuando en vísperas de las procesiones, las diferentes cofradías o hermandades se ven obligadas a hacer un llamamiento a la población para solicitar hombros en los que apoyar sus tallas o que tiren de sus carros. "Esta es la preocupación más importante, quién llevará los de carros, que éstos aguanten, porque hay que cuidarlos y conservarlos y necesitan arreglos", señala.

Buena parte de estas dudas se dilucidarán el próximo 2 de diciembre en una reunión entre la presidencia de El Silencio, ya en funciones tras 15 años, y los miembros para afrontar la posible disolución o dar con soluciones que alarguen su trayectoria de casi un siglo de historia.

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