Pocos minutos después de las 12.00 horas de la mañana, la plantilla de Povisa recibió el comunicado del Grupo Nosa Terra XXI afirmando una noticia ya a voces: el traspaso del hospital y todas sus clínicas al grupo valenciano, con capital estadounidense, Ribera Salud. "Incertidumbre", "nervios" pero también "intranquilidad" y "malestar" fueron las sensaciones más comentadas por el comité de empresa como respuesta a este correo. "Nos cuentan que todo se va a hacer de forma ordenada, tranquila; que la nueva empresa es maravillosa... no sabemos qué pensar. Los ánimos aquí están mal; sin duda hubiese sido mucho mejor que nos hubiese comprado el Sergas, pero los hechos son los que son", recalcaba el portavoz de CC OO. Su homóloga en la CIG, Chus Neira, iba más allá "exigiendo" incluso la absorción por parte de Sanidade. "Estamos trabajando con abogados y departamentos legales para intentar echar atrás la venta, el Sergas es quien tiene que absorbernos. Sino es posible hacerlo ahora, que sea en el 2022, cuando termine el actual concierto. No podemos seguir en manos de empresas privadas, así los trabajadores nunca tendremos tranquilidad", asevera Neira.

Ambos consideran que la entrada de Ribera Salud a los mandos de Povisa no tendrá cambios de forma inmediata, pero sí a medio plazo. "Estos procesos siempre son lentos, y en caso de reorganización los trabajadores siempre seremos las últimas víctimas", admitían desde CC OO, quienes tiene sobre la mesa, junto al resto de representantes del comité, una reunión pendiente con Sanidade, todavía sin fecha, y diversos partidos políticos de la urbe. Por su parte, desde la CIG sostiene que tampoco habrá cambios bruscos, aunque admite que seguir en esta misma situación "no es la solución". "Tenemos el convenio colectivo congelado desde hace diez años, ¿cómo se va a negociar ahora? El de las demás empresas del grupo Ribera Salud está muy por debajo del nuestro", lamenta Neira.