Antes de llegar a Santa Bárbara, Débora Iglesias (Vigo, 1967) dirigió durante casi una década su propio grupo en el Centro Oceanográfico de Southampton, otro de los principales centros de investigación del mundo. Su lista de campañas incluye ambos polos, aunque la que le llevó al Ártico en 2010 estaba relacionada con su labor personal de concienciación ambiental.

Forma parte del proyecto Cape Fareweld, liderado por su amigo David Buckland y que aúna a artistas y científicos: "La gente está acostumbrada a vivir de una manera y cuando sus creencias son cuestionadas prefieren mirar hacia otro lado. La expedición al Ártico se prolongó un mes y pude ver la transformación que se produjo en algunos de los artistas que viajaban en el barco. Ahora son activistas. Cada uno de nosotros tiene que tomar la decisión. En Berlín la gente se mueve en bicicleta a pesar de la dureza de los inviernos y es posible oír a los pájaros".

En 2012, Iglesias y Buckland organizaron una exposición en París sobre los resultados de sus investigaciones con los cocolitóforos. Y su madre, Rosa Seoane, se desplazó hasta la capital francesa para elaborar un gran mural.

Ella conoce muy bien estas microalgas a las que ha dedicado varias obras pictóricas. Sus dibujos han ilustrado artículos científicos de su hija Débora, quien ha vuelto a recurrir al talento materno para ilustrar la portada de su último libro. "Es genial porque me une mucho más a ella", celebra la oceanógrafa.