Cuando Corina Porro asumió el timón del PP de Vigo, el partido era un buque a la deriva, agrietado por los roces entre la tripulación y extremadamente debilitado por los envites de los malos resultados electorales. El último: el tsunami de la victoria de Abel Caballero que arrasó el liderato de Elena Muñoz. Pero ahora, tres meses después de regresar a la primera línea, los contactos con las familias van dando resultado. Según ha podido conocer FARO de fuentes populares, la actual responsable local del partido ha sellado la incorporación de Javier Guerra para formar parte de la comisión gestora que pilota provisionalmente la organización. Con su entrada -no un regreso, pues Guerra nunca ha roto el carnet- reaparece un rostro fundamental en el rumbo del PP de Vigo de los últimos años. Tanto por su peso y protagonismo, como por un distanciamiento que disparó los rumores de su salto a Ciudadanos al perder en primarias contra Muñoz.
La recuperación de Guerra, primer conselleiro de Economía e Industria de la era Feijóo en la Xunta, es el paso clave para zanjar el proceso de reunificación del PP. Su entrada en la gestora no se hará oficial hasta entrada la próxima semana y coincidirá con la ampliación del órgano, en estos momentos liderado por Porro e integrado por otras cuatro mujeres: Teresa Cendón, Marián García, Rocío Rodríguez y Marta Iglesias. Fuentes del partido avanzan que la dirección provisional se ensanchará hasta aproximadamente 25 miembros, los encargados de marcar el ritmo del PP, como mínimo, hasta la celebración de las elecciones autonómicas de 2020.
La intención del partido en estos momentos es hilvanar un equipo plural y atraer de nuevo a todas las personas que en algún momento se alejaron, bien por desencanto con los resultados, bien por desavenencias internas. Y en ese contexto la pieza clave es Guerra. Su trayectoria política -al margen de la empresarial, por la que también es conocido dentro del sector textil- ha estado ligada al PP durante más de 36 años. Fue cuando Feijóo lo fichó para su gabinete cuando su protagonismo creció, pero antes ya había ocupado otras responsabilidades. Algunas de la mano de la propio Porro, como cuando fue edil de Hacienda en Vigo entre 2003 y 2007. En 2008 fue elegido diputado en el Congreso, y también ocupó escaño en el Parlamento autonómico, incluso después de no repetir como conselleiro.
La última batalla la dio en 2016, cuando se batió con Elena Muñoz por la presidencia del PP local. Sin el aval del aparato, su derrota por un centenar de votos abrió una etapa de contactos y rumores acerca de un cambio a las filas de Ciudadanos. El fichaje nunca se consumó y Guerra reapareció en marzo en un acto del PPdeG para conmemorar los diez años de la primera victoria electoral de Feijóo.
A partir de ahora, su regreso a los focos podría arrastrar a otros miembros de su entorno, maximizando el efecto del reagrupamiento comandado por Porro. El momento, además, no podría ser más propicio para el partido, zambullido de lleno en la precampaña de las segundas elecciones generales, que tendrán lugar el 10 de noviembre.
Más rostros
En esa composición de la gestora ampliada, Guerra no será el único "viejo conocido" del PP que se sume al proceso de rearme, fundamental para los intereses del PPdeG y de Feijóo en las autonómicas. Las fuentes consultadas adelantan que también tendrán asiento en el órgano nombres como el de Enrique López-Veiga, presidente de la Autoridad Portuaria de Vigo; Alfonso Marnotes, portavoz del PP en el Ayuntamiento; Teresa Egerique, destacada concejal del grupo; Anxo Lorenzo, director xeral de Cultura o José Ramón Lete Lasa, secretario xeral para el Deporte.
Además, se dará entrada a Carlos Mantilla, exdirigente del PP de Vigo durante décadas, en otro gesto por el reagrupamiento de todas las sensibilidades. Se recuperará, también, al exedil popular Roberto Relova, vinculado al mundo de la cultura; o a Mónica Barrera, militante de base.
Porro, que tiene plena libertad de acción para configurar la gestora, también trabaja en el nombramiento de un tercio de los presidentes de distrito del partido, huérfanos de referentes locales. La mayoría pertenecen a zonas del centro, y son capitales para recomponer una organización que se propone superar sus años más oscuros.
