Investigadores del Centro Oceanográfico han detectado microplásticos en mejillones de roca de la Ría de Vigo en el primer estudio de este tipo que se desarrolla en el noroeste español. Las muestras recogidas en A Guía y Canido presentan los niveles más elevados, mientras que los más bajos corresponden a los bivalvos capturados en San Adrián de Cobres.

"No hay motivo para la alarma. Son valores más o menos similares a los que se están detectando en otros países como Reino Unido, Francia o Noruega", destaca Jesús Gago, coautor del estudio, junto con Lucía Viñas y Pablo Reguera. Los resultados acaban de aparecer publicados en la revista Scientia Marina.

La investigación se desarrolló en el marco del proyecto europeo BASEMAN, en el que participan cerca de 30 instituciones de 14 países y en el que Gago coordina uno de los cinco grupos de trabajo.

La concentración media de microplásticos en los mejillones de la Ría de Vigo es de 1,59-1,28 partículas por gramo, ligeramente inferior a la detectada en el Mar Cantábrico, donde también se realizó el estudio, incluyendo el litoral de A Coruña, con un promedio de 2,55-2,80. En ambos casos, el patrón de contaminación fue el esperado.

Las muestras de la ría viguesa se recogieron en siete puntos diferentes desde la zona interior -San Adrián- hasta Cabo Home. La mayor concentración de microplásticos se detectó en A Guía, un resultado que los expertos relacionan con la urbanización y la presión industrial de la zona.

También se observaron altos niveles en los mejillones salvajes de Canido -atribuibles a la presencia humana, el turismo, la planta depuradora y la actividad portuaria- y en Samil. Y a pesar de estar más alejado de las zonas urbanas e industriales, Cabo Home registró niveles medios de contaminación. Los resultados fueron similares en Redondela y Rodeira, mientras que los más bajos, posiblemente debidos a las fuertes corrientes de la zona, pertenecen a San Adrián.

En el Oceanográfico todavía no han realizado estudios similares con mejillones de batea, pero Gago sospecha que los niveles podrían ser inferiores "por la forma del cultivo".

En todo caso, insiste en que los resultados obtenidos se refieren a la presencia de microplásticos, no de sus efectos en los mejillones o la salud humana. "No es de recibo que se genere ningún tipo de alarma sanitaria con los productos marinos, pues las partículas prácticamente están en todos. Ya hay estudios sobre su presencia en la sal, la miel o la cerveza", apunta.