La Xunta puso ayer punto y final a la tramitación ambiental del proyecto que incluirá el futuro complejo del CSIC, en los terrenos de la ETEA. El plan -denominado técnicamente como PS-2 dentro de la hoja de ruta de recuperación de la zona- abarca una superficie de 16.042 metros cuadrados (m²) y prevé la construcción o remodelación de hasta siete edificios que quedarán conectados por una plaza. Para ello hará falta demoler un total de cuatro inmuebles: algunos por su "escaso valor arquitectónico" y otros por no ajustarse a los usos del espacio. La medida, sin embargo, no concita unanimidad. Pese a que el Ayuntamiento formuló varios reparos y abogó por estudiar "otras alternativas" que conservaran todas las edificaciones, el Diario Oficial de Galicia (DOG) hizo pública ayer la decisión de la Consellería de Medio Ambiente de seguir adelante y cerrar la tramitación, para la cual todavía se pueden presentar alegaciones.
Los edificios que desaparecerán serán cuatro, tal y como figura en los documentos del proyecto. Serán objeto de piqueta el Luis Jener -por su reducida singularidad y mal estado-, el Ampere -por sus "pequeñas dimensiones", aunque se recomienda mantener la fachada-, el edificio de Aulas y Exposiciones -debido a múltiples razones, entre ellas la afección de costas- y la vivienda del Ayudante Mayor -por sus características "incompatibles" con lo que será el futuro conjunto-.
Durante el proceso, ningún estamento de la administración autonómica dejó patente inconvenientes que afectaran a las grandes líneas del complejo. No lo hizo el Instituto de Estudos do Territorio, que concluyó que el complejo "no presentará una fuerte incidencia paisajística toda vez que incorpora aquellos edificios de valor arquitectónico" ; ni tampoco la dirección xeral de Patrimonio, cuyo informe reclama concebir la plaza "como un espacio físico" que realce los inmuebles más señeros.
No obstante, la Gerencia de Urbanismo, dependiente del Ayuntamiento, sí dejó patentes en el proceso de consultas públicas sus objeciones acerca del plan. Entre ellas denuncia la falta de "definición" de la propuesta sobre la conexión con los servicios básicos y las vías de comunicación o la ausencia de los tramos de playa existes en la evaluación. Pero también hace hincapié en varios puntos en la necesidad de preservar el valor patrimonial del actual espacio. Aboga, por ejemplo, por analizar "más en detalle" el acervo "histórico y arquitectónico" de algunas edificaciones originales (caso del Ampere o la vivienda del Ayudante Mayor) y la "conveniencia de su derrumbe o permanencia". O abordar la capacidad de estas antiguas construcciones para "albergar nuevos usos previstos" para el complejo.
Pese a las reservas del Concello, la Xunta sigue adelante con la tramitación, en la que aún caben nuevos alegatos. El documento se someterá a información pública y se solicitarán nuevos informes "con el fin de introducir en el proyecto definitivo" posibles "modificaciones", concluye la Consellería de Medio Ambiente.
