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Al rescate del fortín de Rande

Reclaman una recuperación más ambiciosa de los restos del castillo

Un operario trabaja en la rehabilitación del castillo de Rande, intervención recién finalizada. // A. Pinacho

Hace unos días finalizaron los trabajos de consolidación y limpieza del "castillejo" de Rande. De la fortaleza, protagonista de la batalla ocurrida allí en 1702, sólo se conservan lienzos de la muralla. La torre que delimitaba el área del fortín desde la orilla del mar hasta la zona alta con dependencias, como el polvorín y otras habitaciones auxiliares, han desaparecido.

El castillo de Rande quizás tuvo su origen en la necesidad de defender la ensenada de San Simón, lugar privilegiado donde se refugiaban los navíos corsarios con sus presas, lejos de las miradas desde las islas Cíes y Vigo. Sin embargo, su construcción no está muy clara. En 1585, en el ataque protagonizado por Francis Drake, primero a Baiona y luego al resto de la ría de Vigo, los ingleses se acercan a Redondela mediante barcos de poco calado, y como no pueden llegar a Redondela, asaltan el monasterio de San Simón. No citan la existencia de ninguna batería en el estrecho. En 1589 y 1604 estuvo por las costas gallegas el ingeniero italiano Spanochi, proponiendo la construcción de diferentes fortalezas para la defensa de la bahía viguesa pero no recomienda la edificación de alguna en el estrecho ni cita la existencia de ningún tipo de defensa.

Por el contrario, en 1659, según el marqués de Viana, sí existía un pequeño fuerte en el estrecho, y en 1679 éste participó en el rechazo de un ataque francés. En cambio, veinte años después, en 1699, el informe de Antonio Michael Castro no lo cita, por lo que habremos de suponer que estaba abandonado. Por lo tanto podríamos entender que se levantó entre 1620 y 1650. Entonces llega el verano de 1702 y en las murallas del baluarte de Rande se tienen que colocar cañones de los que portaban los navíos de las escuadras francesas de Chateaurenault, porque no los había. Así protagonizaría el castillo un hecho legendario: la batalla de Rande.

Cuando en el verano de 1699, la flota de Nueva España que había salido de Cádiz para América regresaba a la Península Ibérica con órdenes secretas para Pasajes y no a Cádiz, se vio forzada a internarse en la ría de Vigo huyendo de una armada inglesa situada al norte de Finisterre, y de otra angloholandesa que sitiaba la ciudad gaditana intentando conquistarla para proclamar en ella Rey de España al archiduque austriaco Carlos. Había comenzado la guerra de Sucesión que aupó al trono español al nieto de Luis XIV de Francia, el Borbón Felipe V. Todos los galeones mercantes españoles y los navíos de guerra franceses que conformaban esa flota, además de algunos otros barcos atracados en Vigo, se refugiaron tras el estrecho de Rande procurando ocultarse, pero los espías portugueses e ingleses consiguieron informar al almirante Rooke de donde estaban y qué defensas existían.

Por aquellas fechas el castillo de Rande fue equipado con cañones desembarcados de los navíos franceses y en la costa Oeste, hacia Vigo, se montaron algunas baterías extramuros. Las murallas no estaban en buen estado pero eran robustas y contribuirían a desanimar al enemigo. 300 franceses y 50 españoles se encargarían de hacer funcionar los cañones ante el posible ataque enemigo. En el estrecho se puso una estacada, formada por barriles, cadenas y troncos, para impedir la libre navegación hacia la bahía de San Simón y se esperaba que cuando los navíos enemigos tropezaran con ella fueran abatidos por los cañones desde las troneras del castillo, hundiéndolos. Pero las cosas no salieron así.

Los ingleses desembarcaron soldados en Chapela y mientras unos seguían la costa hacia el castillo atacando las baterías otros ascendieron por el monte para situarse por encima del mismo. El HMS Barfleur cañonea el castillo, pero la muralla resistió (todavía hoy se pueden apreciar la fortaleza y resistencia de los muros y hasta parece que se ven algunas huellas de dichas balas). Los artilleros respondieron disparando contra los navíos que se aproximaban a la estacada, mientras las baterías extramuros eran abandonadas por las milicias españolas al verse asaltados por soldados ingleses, paradójica lucha entre voluntarios y profesionales.

Visto lo que sucedía desde la torre del castillo, el jefe de escuadra francés Sorel preparó una salida con un grupo de soldados para recuperar las baterías abandonadas y al abrir el portón del sur, próximo a la torre, se llevó la sorpresa de que los ingleses estaban tras él. Los granaderos británicos entraron sin mucho esfuerzo y todos los que estaban en el fortín cayeron prisioneros. Esta conquista cambió el curso de la batalla. Los navíos atacantes rompieron la estacada y se enfrentaron a dos navíos franceses, el Bourbon y el Esperance que la defendían. Algunos de los cañones del castillo fueron desplazados por los ingleses y comenzaron a disparar contra estos buques.

Saqueado

Del castillo se sacaron todos los cañones de bronce que se habían instalado y los de hierro los tiraron muralla abajo al mar. Los anglo holandeses estuvieron trece días saqueando las orillas de la bahía, robaron iglesias, conventos y casas, buscando las riquezas que vinieran en la flota, sin encontrarlas pues estas habían sido desembarcadas, y alejadas de Redondela, con anterioridad. Fue tan grande su interés por encontrar estos tesoros que toda la zona fue revisada y donde vieron remociones de tierra, volvieron a excavar creyendo que allí se habían ocultado cajones, hasta tal punto que ni siquiera respetaron los cementerios.

Después de Rande la fortaleza fue de nuevo abandonada con pequeños daños en su estructura pero sin ninguna artillería, como se puede colegir del ataque inglés a Vigo en 1719 y de otro realizado en julio de 1741 contra la bahía como refugio de corsarios. En 1742 se le hicieron reformas para dotarla de más cañones, pero no se pudo evitar que siete años después lo volviesen a conquistar los ingleses repitiendo la estrategia de 1702.

En 1756 Francisco Llobet, en su informe sobre las defensas de las costas gallegas, restaba valor al castillo por su estado de conservación y por ser de fácil ataque desde el sur. Por último, en 1788 el ingeniero Cayetano Paveto propuso su reparación y prolongar su recinto con un muro que seguía la costa hacia el oeste donde instalar diez cañones más. En su plano, que se conserva en el Archivo General Militar, se pueden apreciar la existencia de cuatro troneras en el muro hacia el estrecho: cinco enfocadas hacia la ría y cuatro hacia el sur próximas a la torre.

*Arqueólogo, miembro del Instituto de Estudios Vigueses y autor, entre otro libros, de "Naufragios en las costas gallegas".

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