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La cuidadora viguesa que imprimía billetes falsos

Condenada a 21 meses de prisión la vecina de Vigo que se apropió de 21.000 euros del septuagenario al que cuidaba

Un engaño basado en billetes falsos que ha acabado en condena. La Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, ha impuesto 21 meses de prisión a una mujer por apropiarse de algo más de 21.000 euros del septuagenario del que había sido pareja sentimental y al que cuidaba cuando ocurrieron los hechos. Para evitar ser descubierta, esta vecina de la ciudad olívica cambió los billetes de curso legal por fotocopias. Pasado el tiempo, todo salió a la luz. El hijo de la víctima, que ya sospechaba, descubrió la existencia de esas "burdas copias" en sustitución del dinero real. La falsedad, según pudieron comprobar los magistrados en la propia sala de vistas, ya se detectaba al "simple tacto".

La sala viguesa, en una sentencia con fecha de este pasado julio que todavía se podía recurrir en casación ante el Tribunal Supremo, condena a María del Carmen G.B. como autora de un delito de apropiación indebida. Además de la pena de cárcel, deberá devolver los 21.200 euros con los que se hizo mediante esa artimaña. El anciano ya falleció, pero en el juicio se leyó la declaración que había prestado en su día en el juzgado de Instrucción, donde contó que tenia "plena confianza" en la mujer, pese a que ella "era una artista en hacer trampas y engaños". También dijo que pese a saber que le había "robado" el dinero, siempre le tuvo "cariño" y que no pudo evitar sentir "pena" cuando, descubierto el engaño, "vino la policía y se la llevaron".

Tras ser pareja, la mujer se dedicó a cuidar a este hombre, que había sido constructor, a cambio de una cantidad mensual de dinero. Una época en la que él se fue a vivir al piso de ella. Mes a mes, era la condenada la que se encargaba de guardar en un neceser los entre 2.000 y 3.000 euros en efectivo que el hijo del hombre entregaba a su progenitor por rentas de alquileres. Un neceser que también la mujer dejaba en un cajón de un mueble de la casa que se cerraba con llave.

Pese a que la acusada negó haberse quedado con el dinero alegando que es una persona "humilde", los magistrados llegan a la conclusión contraria. Porque "solo" ella por ejemplo tenía la llave de ese cajón. La sala ve probado que poco a poco se fue apoderando del dinero. Y que lo hizo "sustituyendo los billetes que cogía por otros que ella misma u otro a su orden elaboraba, fotocopiando o haciendo una copia a color por impresora de las dos caras de un billete". A continuación, las pegaba "de forma burda" entre sí por su reverso e intercalaba esos billetes falseados con los legítimos.

Investigación

El hijo de la víctima descubrió el engaño. De los 54.100 euros que debía haber en el neceser, 21.200 eran simples fotocopias, la mayoría de billetes de 500 euros. En la investigación realizada se comprobó que la condenada tenía en su vivienda un ordenador y una impresora. Una de las diligencias que se realizaron fue una prueba pericial de esa impresora, a fin de determinar si el dinero falso había sido elaborado con en ese mismo aparato. No se pudo concluir de forma categórica que fuese así, pero los expertos tampoco lo descartaron por las "similitudes" detectadas en cuestiones como la "tecnología" o la "densidad apreciada".

En el juicio celebrado en la Audiencia viguesa el hijo de la víctima, que es abogado de profesión, ejerció la acusación particular.

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