Han pasado casi 24 horas desde que la música de Roger Hodgson iluminase la noche de Vigo desde el escenario del Auditorio de Castrelos. Una cita en la que la ciudad olívica celebró junto a cantante inglés los 40 años de un disco tan icónico como el Breakfast in America de Supertramp.

Fue una velada para clasicómanos -lo cierto es que parecía que se cerraba una tríada de conciertos para nostálgicos después de la visita de Tom Jones y Rick Astley- que ha quedado grabada en la memoria de las 12.000 personas que presenciaron el que fue el quinto concierto del verano en Vigo. "Una noche especial en el Parque de Castrelos", escribía el excantante de Supertramp en su página de Facebook junto a un vídeo en el que sus más de 180.000 seguidores han podido comprobar las razones por las que el escenario de vigués es especial.

Suenan los acordes de Lord is it Mine. El público vigués, que ha estado cantando todo el concierto de Roger Hodgson en Vigo, saca de sus bolsillos los teléfonos móviles, sustitutos del futuro de aquellos mecheros que antaño protagonizaban los momentos más lentos de un evento en directo. Es entonces cuando de la oscuridad de un foso emerge un mar de luces que dan una idea de la atmósfera que se crea entre la audiencia y el artista.

"Así es como deberían ser todos los conciertos", afirmaba Roger Hodgson poco después de aparecer en el escenario de Castrelos, con puntualidad británica. Es posible que no le falte razón.