Álvaro habla inglés, francés "y algo de portugués" y es un europeísta convencido. "Es evidente que la UE necesita cambios que respondan a las necesidades de los ciudadanos, pero es más necesaria que nunca. La lucha comercial entre China y Canadá es un ejemplo. Como países individuales no tendríamos margen de maniobra ni poder de decisión, solo como Unión Europea podemos mantener nuestro lugar internacional. La alternativa es inviable", defiende.
Y el complejo proceso del Brexit evidencia esta realidad "y también que los acuerdos no se pueden negociar de un día para otro, el de la UE con Mercosur lleva trabajándose desde hace 20 años".
Entre los beneficios de pertenecer a un proyecto común, cita la supresión de fronteras dentro del espacio Schengen, la armonización legislativa entre los países miembros o la reciente eliminación del roaming. "Ahora mismo se ven muchos problemas en la UE, pero también supone muchas ventajas para los ciudadanos".
Y una de las cosas a mejorar, añade Álvaro, es el sistema de designación de altos cargos como acaban de evidenciar las recientes jornadas maratonianas de los líderes europeos en Bruselas que culminaron, entre otras designaciones, con la de Josep Borrell como responsable de la Política Exterior.
Muchos de los alumnos seleccionados para entrar en el Colegio de Europa acaban siendo políticos o funcionarios de la UE, pero su perfil también es clave para el sector privado. "Se necesita gente con estos conocimientos, todo está influenciado por el derecho europeo.".
