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El día que el destape llegó a las playas de Vigo

"Recibí cartas en las que se me acusaba de ser un degenerado y de todo"

Carlos Núñez, ante una abarrotada playa de Samil // Ricardo Grobas

Nunca de tan poco hilo salió tanta tela. Ni tan poca tela generó ríos de tinta tan caudalosos y revueltos. Aunque a mediados de la década de 1980 el toples era ya una práctica más o menos extendida en las playas de España, las mujeres que se atrevían a tomar el sol o bañarse sin la parte de arriba de sus bañadores se arriesgaban a recibir una severa reprimenda de la policía. O incluso una multa. En Vigo una práctica tan simple e inocente no se normalizó de hecho hasta bien entrada la Transición: tal día como hoy de 1984, hace justo 35 años, cuando el pleno de la Corporación -entonces presidida por Manoel Soto- decidió autorizar de forma oficial el toples en los arenales de Vigo. El impulsor de la moción fue Carlos Núñez, concejal de Transportes del Partido Comunista. El debate, acalorado, tenía en su epicentro si las bañistas podían prescindir o no de la parte superior de sus biquinis. Sin embargo, en el ambiente flotaba mucho más: en torno a un trozo de tela tan minúsculo se condensaron diferentes posiciones políticas, formas distintas de entender las libertades y el progreso en una democracia prácticamente recién estrenada. Tres décadas y media después Núñez aún recuerda la oposición feroz del edil Nieto Figueroa (Leri) o las cartas amenazantes en las que se le acusaba de degenerado. Poco después, el 12 de julio, el Gobierno Civil daba luz verde al nudismo en la playa de Barra, en Cangas. En Cíes también se permitió que los bañistas se broncearan sin ropa? ni miedo a multas.

- ¿Cómo recuerda aquel pleno 35 años después?

-Recuerdo el ambiente social. En general creo que en los temas naturistas cualquier norma, en principio, recorta la libertad. Ahora bien, en aquel momento, en el que todavía existían amplios segmentos legales del franquismo en una Transición eterna, el promover algo en las playas tan simple como un destape era abrir un nuevo horizonte de libertad. Lo recuerdo así. Porque estar desnudo significaba ser uno mismo, ser visto en estado de desnudez por otras personas.

- El debate se centró en el toples pero en el fondo había mucho más.

-Era mucho más porque había un fondo, una gran presión subjetiva. No era lo mismo mirar un desnudo femenino de una mujer de raza negra que ver un pecho desnudo de una mujer blanca. Los valores entre pobreza y desnudez han sido muy utilizados, incluso hoy. Decir esto hoy no es añadir nada nuevo que no se sepa, decirlo a comienzos de aquella eterna Transición democrática era un tema polémico. Yo recuerdo a un cura capellán en el penal de Palencia que decía algo así como que la desnudez de la mujer es una obra de Dios y por eso hay que protegerla.

- En el pleno municipal se abordó una moción, una iniciativa política, pero ¿cómo vivía el proceso la sociedad, estaba normalizado el toples y el nudismo en las playas?

-Esto fue una moción política que muchos interpretaban como una moción moral, pero era una moción para interpretar una nueva norma y evitar multas caprichosas por parte de la policía o el alcalde de turno. Se decidió aprobar esta norma del toples, que por cierto fue una de las primeras de España, para regularlo. Lo malo es que a nivel general el toples ha sido utilizado como una especie de ardiente reclamo erótico, lucrándose del cuerpo femenino. Ese es el problema. El desnudo de aquel momento, como la homosexualidad, fue un gran delito penado.

- ¿Qué dificultades se encontró a la hora de impulsar la moción?

-El nudismo íntegro se decidió que fuese en Cíes. Se aprobó en el mismo pleno. La respuesta negativa fue de condicionante religioso, de quienes planteaban que el desnudo femenino conducía a la perdición, al pecado? Todo eso llevado a la gente más retardataria, más conservadora, hacía que la moción fuese casi imposible. Menos mal que había gente en Alianza Popular que votó conjuntamente porque era gente moderna.

- A nivel civil ya había un movimiento potente y bien organizado a favor de esta iniciativa, con agentes tan activos como la Coordinadora Nudista Ecológico Radical.

-Sí. El desnudo, al igual que la homosexualidad, ha sido siempre un elemento tabú en el recorrido histórico de España. Quiero recordar que allá por el año 1978 se reformó la ley sobre peligrosidad social. Pero los cuerpos desnudos todavía no estaban autorizados en las playas. Cualquier alcalde o policía podía multar y había una persecución tremenda.

- El acuerdo plenario amplió las libertades en las playas de Vigo.

-Sí. En principio era para empezar en una playa, creo recordar, pero luego se acordó que fuese en todas. Salió por mayoría. Recuerdo que durante el debate hubo quien dijo que tampoco en Moscú se permitía ir a las mujeres por la calle con los pechos al aire. ¡Nos ha jodido! Allí hace mucho frío, entre otras cosas. Tampoco aquí se permite en la calle. Se trataba de la playa.

- Acaba de dar la clave: hablamos del cuerpo de la mujer. 35 años después, a la vista de las movilizaciones masivas cada 8 de marzo y lo que ha pasado con la Manada, ¿ha cambiado mucho la situación? Estamos acostumbrados a ver toples de mujeres en las playas; pero, vista la lucha feminista por conquistar derechos y lograr la igualdad, ¿Tanto hemos cambiado?

-No, qué va. Todavía hay mucho franquismo y digo mucho franquismo por no decir leyes conservadoras. Una cosa son leyes conservadoras. Otra el franquismo. El franquismo es la ley conservadora, más la moralidad religiosa, más los complejos, más las amenazas, más la presión de los padres y del marido? Todo ese cúmulo de represión social que sigue pululando. Y poco a poco sale como un volcán y quema a la sociedad. Ese es el caso de la Manada. Hay todavía en la infraestructura de la sociedad un viejo rescoldo franquista.

- ¿Cree que el impulso que hace 35 años llevó a la sociedad, y a usted en concreto como representante político, a luchar por alcanzar ese derecho todavía es necesario a día de hoy?

-Claro. Si contara los insultos y amenazas que recibí? Fue de pena, como tantas otras cosas.

- ¿Amenazas a respecto de esto, por defender el toples y nudismo?

-Sí. Cartas llamándome degenerado y de todo. Pero no solo en este término, sino en el filosófico global. Hubo un debate amplio sobre el tema del desnudo, de la imagen, sobre el desnudo en la mujer rubia y en la negra, el del pobre y el del rico? Recuerdo un pleno de combate.

- A la vista del actual escenario político, en el que los partidos no son capaces de ponerse de acuerdo ni para la formación de Gobierno, ¿cree que hoy sería posible dirimir cuestiones tan polémicas y que desatan posturas tan viscerales como lo fue aquella, en 1984?

-Yo creo que sí, que se dan las condiciones dentro de la izquierda democrática para llegar a un acuerdo con el fin de formar un núcleo de gobierno estable, con iniciativa y un programa que pueda atender los elementos fundamentales que tiene la sociedad española hoy en día, tanto a nivel nacional como internacional. Y que estos silencios, que en estos momentos tienen lugar en el país, a lo mejor resulta que están cubiertos por determinados tipos de acuerdos.

- ¿Cómo recuerda, en resumen, aquel debate, con la perspectiva de 35 años?

-Fue un debate moderno, casi actual, en el que la izquierda y la derecha, excepto algún extemporáneo, estuvieron de acuerdo con el tema. No se defendieron posturas de Vox de la época, posturas ultraconservadoras, no. La gente ya lo hacía en Benidorm y en Cíes, en determinadas playas cerca de Samil. Lo que pasa es que había que darle forma porque sino cualquier policía podía multar o cualquier alcalde. Había riesgo de multa, sí.

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