Lo dejó corregido, con todas las pruebas realizadas y en fase de impresión. Cuando el arquitecto e historiador Jaime Garrido falleció, el pasado 6 de abril de 2019, estaba a punto de presentar el libro Vigo amurallado, con el que culminaba varios de sus trabajos anteriores y cerraba un ciclo. El Instituto de Estudios Vigueses (IEV) lo presenta el martes en un acto que quiere convertir en un homenaje al que fue uno de sus fundadores, un vigués comprometido con su ciudad y la primera voz que se alzó contra la destrucción del patrimonio arquitectónico.

No sin intención, la sede escogida para ello será el Museo de Arte Contemporánea (MARCO). Como Garrido había dispuesto, se encargará de la presentación su "compañero de andanzas" e historiador Xosé Ramón Iglesias Veiga. Este explica que se escogió la pinacoteca porque fue Jaime el que promovió la declaración de la antigua cárcel como Bien de Interés Cultural (BIC), con lo que se evitó su pretendido derribo.

Iglesias, que escribió tres libros con él y mantenía un contacto "diario", cuenta que mostraba una gran "pasión" e "ilusión" por este trabajo de 470 páginas, al que dedicó muchas horas. Este "fotógrafo aficionado y apasionado" si lo que estaba delante de la cámara era un edificio, incluyó en este volumen "cientos" de imágenes, pero también "muchísimos planos". Buceó en los archivos para rescatarlos y redibujó muchos de ellos a mano. "Un trabajo inmenso", valora Iglesias.

Explica que Vigo amurallado es la culminación de las investigaciones de Garrido sobre la arquitectura militar y el origen de la ciudad, que también tenía un antecedente en su estudio de la fortaleza de O Castro. Pero no solo eso, "aporta novedades muy significativas y rompe algún mito". Sí parece confirmar ese "estigma de la ciudad, de que tuvo que construirse a sí misma". Iglesias desvela que Garrido fue capaz de documentar que las murallas no las construyó el Estado, como era habitual, sino que "era una necesidad defensiva que se cubrió con aportaciones de los vecinos, algunas muy potentes".

Las levantaron por la Guerra de Restauración portuguesa. Así, fue esta la que dejó una "importante huella en la morfología de la ciudad", a pesar de ser una etapa desconocida para la ciudadanía frente a la fama que, en cambio, tiene la Reconquista. La villa creció constreñida dentro de la fortaleza porque la contienda le "impedía una expresión libre".

En su obra póstuma, Garrido también incide en el carácter "pionero" de la ciudad, una de las primeras en pedir el derribo de estas murallas, en el siglo XIX, para poder expandirse. Cayó primero el tramo entre el castillo de San Sebastian y el baluarte de A Laxe.

Recoge también la posterior expansión de la ciudad y la remodelación del Casco Vello que se ejecutó al mismo tiempo y en la que los gobernantes se esforzaron en "proyectos de alineación calle por calle".

Iglesias considera que aporta documentación sobre un aspecto "poco conocido o trabajado" de la ciudad, pero "importantísimo" porque habla de sus "signos de identidad, su espíritu propio de iniciativa privada, de que se va haciendo a sí misma". Por ello entiende que es "interesantísima" para los vigueses, como lo fue su famosa Vigo. La ciudad que se perdió.

El presidente del IEV, Juan Carlos Abad, explica que el acto pretende "recordar quién fue Jaime y su importancia en la revalorización de la ciudad y en el mantenimiento de su patrimonio". "Es una de las personas que más sabían de la historia arquitectónica y conformación de la ciudad, a lo que sumaba un gran cariño por ella", recuerda. Destaca que, "en una época en la que la gente confundía lo antiguo con lo viejo y la moda era cambiar las zonas destruyendo", él fue el primero en alzar su voz para frenarlo. "Fue el primero en quejarse, pero sobre todo en dar a conocer lo que hay para que la gente lo valore", subraya y considera que la recuperación del Casco Vello o la actual revalorización turística "tienen que ver con su labor".