A la proclama "¡Viva Vigo!" con la que suele cerrar sus intervenciones, Abel Caballero sumó ayer una nueva coletilla que arrancó, si cabe, más aplausos del público que llenó el auditorio municipal para asistir al estreno de la nueva corporación local. Tras prometer el cargo, recoger el bastón -que él mismo se entregó, como presidente de la mesa de edad- y pronunciar su discurso, Caballero dio por constituido el nuevo órgano municipal con el aval de una mayoría que él mismo calificó de "absolutísima". No exagera. El 26-M las urnas dictaron que de los 27 concejales que conforman la Cámara, 20 -tres cuartas partes- sean socialistas.

La victoria histórica conquistada por Caballero acarrea sin embargo un reto y muchos deberes. El primero es evidente: ¿Cómo organizar y coordinar un gobierno con 20 ediles? ¿Tendrán todos responsabilidades de gobierno? El segundo no es menor. Caballero encadena su cuarto mandato consecutivo, lo que lo convertirá en el regidor democrático que sostendrá durante más años el bastón de mando en Praza do Rei, por delante de Manel Soto, que lideró el Gobierno local entre 1979 y 1991. Con esa estela a sus espaldas -que le ha permitido trazar las líneas maestras de la ciudad desde 2007- y una mayoría demoledora, el socialista asume una responsabilidad notable.

Su peso en el pleno le allana cualquier proyecto que se plantee. Ya le ocurrió entre 2015 y 2019, cuando disfrutó de 17 ediles; pero esa fortaleza se ve ahora ensanchada, si no a efectos prácticos -con 17 concejales el PSdeG ya disfrutaba de una mayoría absoluta incontestable-, sí al menos de forma simbólica, de cara a sentarse con el resto de grupos, colectivos y en especial las administraciones públicas con las que tenga que coordinarse, como Xunta o Gobierno.

El propio Caballero se encargó de deslizar ayer este último mensaje al recalcar que el 26-M los vigueses hablaron "alto y claro" en las urnas. Durante los primeros minutos de su intervención como candidato del PSdeG se dedicó de hecho a repasar el respaldo creciente cosechado por su equipo -en 12 años pasó de 44.000 a 101.000 votos- y la caída que de forma simultánea padecieron PP, BNG y Marea. Ese escenario de fortaleza se ve agrandado por los "aliados" que Caballero tiene en la Diputación de Pontevedra, Zona Franca y el Gobierno central, tres instituciones lideradas por responsables socialistas.

El respaldo será necesario para sacar adelante los proyectos más urgentes que encara Vigo, como lograr una conexión directa de AVE con Madrid, una nueva autovía con Porriño, la biblioteca del Estado, garantizar el suministro de agua de la ciudad, la urbanización del acceso de la AP-9 o la reforma de Avenida de Madrid. Ayer mismo Caballero deslizó que esta última actuación está "a punto de empezar".

El nuevo perfil de la Corporación local acarrea también deberes para la oposición, que encara el reto de ejercer un contrapoder constructivo con solo siete ediles.