Levemente incorporado sobre la silla de ruedas, el cuello estirado y los brazos rodeando, aparentemente con fuerza, un cuello que no es un cuello cualquiera, sino uno "real". Qué prosaicas, protocolarias, estrictas, son las fotos que dejan las audiencias de los Reyes en el Palacio de la Zarzuela de no ser por el momento que ayer Gerardo Fernández le birló a la reina Letizia, partícipe de la alegría de un muchacho sordociego que ayer regresó a Palacio para ser reconocido como lo que es: un ejemplo.

La historia detrás de la foto se fraguó en las últimas semanas, desde que Gerardo conoció que Discamino, el proyecto impulsado por el policía local Javier Pitillas, iba a a ser agasajado con un encuentro con la reina. Ninguno de los tres estuvo solo: los acompañaron las personas y entidades premiadas a finales del pasado año por Cadena 100, una forma de dar gracias a su contribución a hacer de este un mundo más amable, sin necesidad de ostentar cargo ni pisar moqueta alguna.

A punto de embarcar en el avión que les trajo de vuelta a Vigo, Pitillas desmenuza algunos de los pormenores del diálogo en Zarzuela. Gerardo, que no oye, ni ve, y que se comunica pulsando las letras en las palmas de la mano de los demás, sí pudo hacerle llegar a la reina sus piropos, y alguna consideración estética: "Le ha dicho es muy guapa, está muy delgada, ¿le puedo dar un beso?".

No hubo que aguardar más. ¿Quién dijo protocolo? "Se lo ha saltado, como no lo ve o no se le explican directamente, si quiere abrazar a alguien se acerca y claro...". Gerardo extendió sus brazos sobre el vestido blanco de topos negros y la presionó contra él "Casi la tira al suelo", ríe Pitillas, testigo de esta y de otras escenas memorables con Gerardo, como la vez que le entregó una carta al Papa Benedicto XVI y le advirtió de los peligros de las rampas y las escaleras para las personas que, como él, se desplazan en silla de ruedas.

Junto al resto de galardonados -entre ellos, Noé Valverde, un joven que con solo once años salvó la vida de un bebé en una piscina, o de María Jesús Gimeno, fundadora de Mamás en acción, una asociación que acompaña a los menores durante sus estancias en hospitales- Javier Pitillas, todavía con el sabor de la ceremonia en la boca, no de ja de reconocer la "visibilidad" que este tipo de actos le aportan a Discamino: "Cuando nos acercamos a algún sitio para pedir apoyo, nos vale de mucho. Y después otros podrán contactar con nosotros para saber que existe Discamino".

De entrada, alrededor de sesenta personas en Vigo ya entrenan con los "copilotos" de la asociación, creada en 2009 para dar la oportunidad a que personas con discapacidad puedan realizar el Camino de Santiago. Gracias a su ayuda, en la última década han llegado casi 200 personas hasta la plaza del Obradoiro. Y habrá más: ya está en marcha el séptimo Discamino del año, de los quince que programarán en total. Alguno incluso hará parada en los Alpes o en la ruta del Cid.