El 29 de septiembre de 2000 fue un día más bien corriente en actualidad. Los pescadores gallegos mantenían abierto con el Gobierno una pugna por los precios del combustible,como tituló FARO en su primera, mientras el Gobierno presentaba los primeros presupuestos del euro. Pero aquella jornada ramplona informativamente dejó una nota al pie que colea veinte años después: la firma del primer protocolo entre la Xunta, el Puerto, la Zona Franca y Xestur Pontevedra para crear una plataforma logística de mercancías entre Salvaterra y As Neves. Fue el germen de la Plisan.

A partir de ahí, el proyecto arrancó una larga travesía que, en ocasiones, le hizo someterse a una especie de baile de la yenka: a veces hacia adelante, a veces hacia atrás. Repasemos: en 2001, con la firma del primer convenio de la Plisan, el horizonte era que la primera fase entrase en servicio en 2003. Un año antes, sin embargo, se estaba aprobando aún la declaración ambiental de un proyecto sectorial que estimaba la superficie disponible en 4,1 millones de hectáreas. Tiempo después, en 2006, se firmaron las obras de urbanización, y en 2009, Mitsubishi exploró instalar su factoría de baterías, malograda por la inseguridad jurídica y la catástrofe posterior de Fukushima.

Pero el verdadero problema ocurrió con las expropiaciones. Las protestas de los dueños de 5.800 parcelas provocaron encierros y tuvo un punto culminante con el fallo del Supremo que inhabilitó el Proyecto Sectorial por invadir terrenos de "especial protección forestal". A partir de entonces, la Plisan se achicó en un millón de hectáreas, y comenzó a exigir un rosario de inversiones en infraestructuras y acondicionamientos sin que, hasta hoy, se pudiera iniciar la venta de sus parcelas.