¿Qué pasa cuando se va la gente discreta, la gente amable, la gente que compartía sus saberes generosamente? La que siempre estaba ahí para echar una mano, la que desde atrás ha hecho más que casi ninguna otra persona en este lugar por la música y la poesía. La que ha formado a generaciones de músicos y ha tocado con ellos, y les ha llevado el sonido. La que no figuraba en ningún lado. La que nunca escuché despreciar o criticar sino desde el conocimiento.

Pues que este lugar se queda más pobre, más huérfano y más triste. Pablo G. Seoane fue responsable un tiempo del aula de sonido en la Escuela de Artes y Oficios sustituyendo a Bibiano Morón durante años. Pasó luego a trabajar en Vigosónico donde siguió fomentando la pasión por el sonido más adecuado. Pianista de formación, apasionado del grupo Yes y la electrónica continuadora de la psicodelia, lo mismo sonorizaba un concierto de jazz que una actuación melódica, un grupo punk que una banda folk... Por su mesa de mezclas analógica pasaron los iniciadores de aquella "movida viguesa" que tanto disfrutó, como el primer Oroza recién llegado de Madrid. Formó parte como teclista de los grupos locales Ossobuco y B-Pack.

Con Oroza, y quien esto escribe, siguió colaborando durante todos los años de trabajo conjunto, tanto en grabaciones de audio, como en la gestión del sonido directo de los conciertos de poesía.

Por todo ello y su gran humanidad, un sentido adiós a un creador y disfrutador de la MÚSICA en su amplio sentido.

Pablo G. Seoane, muchos te queremos. Buen viaje.

Ayer, a las cuatro de la tarde, tuvo lugar su entierro en Pereiró