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El Concello vigués erradicará los adoquines de todas las calles de la ciudad

Actuará en los próximos meses en Marqués de Valladares, Reconquista o Velázquez Moreno

Vista de Marqués de Valladares, calle en la que el Concello eliminará también los adoquines. // Ricardo Grobas

Las calles adoquinadas tienen los días contados en Vigo. Pese a que históricamente fueron una seña de identidad en la ciudad olívica y son todo un símbolo en países como Portugal, aquí se han convertido en un serio problema. Primero, por las reparaciones millonarias y periódicas a las que el Concello ha tenido que hacer frente en la reposición de parte de los empedrados dañados o en el arreglo de baches y socavones. Pero los más afectados son los vecinos, que deben soportar el elevado ruido que producen estos viales al paso de los vehículos y también las vibraciones en las viviendas que, en algunos casos como en el entorno de García Olloqui, han llegado a provocar grietas en los inmuebles. Por ello, el Concello, que ha aprovechado ya varias humanizaciones para acabar con los adoquines, como fue el caso de María Berdiales, ha tomado la decisión de actuar en todos los viales de este tipo. De esta forma, a Carral, Luis Taboada y Victoria, cuyas obras comenzó en las últimas semanas, sumará en cuestión de meses otros viales principales como Marqués de Valladares, Reconquista, Velázquez Moreno, Doctor Cadaval o López de Neira. "Se va a levantar el empedrado de todas las calles", aseguran fuentes municipales.

Pero las anteriores no son las únicas calles adoquinadas que quedan en Vigo. Hay todavía más de una decena. Es el caso de Atalaia, Amor Ruibal o Curros Enríquez, en las inmediaciones de la falda de O Castro hacia Hispanidad. La Travesía de Marqués de Alcedo o parte de Taboada Leal, en el entorno de Plaza Elíptica; o también la céntrica O Progreso. Además, hay otras que se han convertido en una especie de "isla" empedrada en medio de calles asfaltadas, como es el caso de Jaime Balmes, vial que conecta Tomás Alonso con Torrecedeira.

Otros puntos en los que probablemente actuará el Concello será en los pasos de peatones de Porta do Sol (que se reformará por completo) y Paseo de Alfonso. Ambos se realizaron con adoquines y, particularmente este último, está repleto de baches y exige reparaciones periódicas. Algo similar ocurre en varios cruces de la calle Zamora, como los de Valencia y e Illas Baleares. Aunque en la humanización del entorno de Povisa se apostó por el asfalto, varias intersecciones se realizaron con adoquines para remarcar las zonas de cruce de vehículos y peatones. La mayoría están destrozadas.

La zona más conflictiva es el entorno de la Alameda. Este enclave fue reformado por completo en el año 2005 durante el gobierno local del Partido Popular con motivo de la celebración de la Volvo Ocean Race. Dada su reciente humanización, el Concello no contemplaba actuar aquí hasta humanizar otras calles de Vigo que llevaban más años sin arreglos. Pero una sentencia tras la denuncia de varios vecinos de García Olloqui por los ruidos y las vibraciones obligó al gobierno local a tomar medidas. Inmediatamente no solo abordó la reparación de este vial, sino también de Plaza de Compostela. Recientemente acaba de poner en marcha la obra de eliminación de adoquines en Luis Taboada, Carral y Victoria; y, en cuestión de semanas, hará lo mismo en los tres viales de este entorno que quedan empedrados: Marqués de Valladares, Reconquista y Velázquez Moreno.

El propio Valedor do Cidadán llegó a emitir un informe a raíz de la denuncia de los vecinos del citado inmueble de García Olloqui en el que remarcaba que estaba demostrado que "el edificio soporta unos niveles de ruido y de vibraciones por encima de los límites permisibles y permitidos". El Concello llegó a limitar el paso de vehículos por esta zona, pero esa medida fue insuficiente, ya que según se recogía en la sentencia, ni siquiera el aislamiento acústico del edificio sería suficiente para evitar las vibraciones, por lo que la solución pasaría por la sustitución "total o parcial" del adoquinado, como finalmente se hizo y que ahora se extenderá al resto de viales empedrados de la ciudad.

Pero los adoquines no solo son un problema para las arcas municipales y para los vecinos que viven en las inmediaciones de estos viales. Para los propios conductores suponen un peligro, particularmente para los motoristas. Además de los baches y grietas que se producen habitualmente, la adherencia sobre el empedrado mojado es mucho menor que sobre el asfalto, con lo que se convierten en una zona especialmente conflictiva para los miles de vigueses que cada día se mueven por la ciudad sobre dos ruedas.

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