Cuatro años de formación, de sacrificios, ensayos, actuaciones... miles de momentos que se condensaron ayer en un acto de graduación que para muchos supone un punto de inflexión a su carrera musical, un "hasta luego", ya que el objetivo de la gran mayoría pasa por poder dedicarse laboralmente al mundo del cuarto arte. "No tengo otra cosa en mente, no me veo dedicándome a otra cosa, como profesor o en una orquesta, no hay otra opción", señala uno de los jóvenes que subieron al escenario del Auditorio Martín Códax para recoger su diploma.
Manuel Maderna es uno de los 57 alumnos del Conservatorio Superior de Música de Vigo que completaron sus estudios en la institución de O Castro y ahora buscan una salida profesional que los aleje de su gran pasión. "Llevo más de 15 años con la trompeta, la verdad no podía decir porqué me gustó este instrumento. En mi familia no había tradición, simplemente me gustó y vi que tenía facilidad. Ahora ya no me imagino otra forma de afrontar o vivir la música que no sea sin la trompeta", reconocía este joven.
Y es que como toda formación, el talento y disposición es importante, pero más lo es el esfuerzo diario. "Dominar un instrumento no es ni difícil ni fácil, hay que ser virtusoso sí, pero todo depende de cuánto y cómo te esfuerces", aseguraba el músico mientras espera por el resto de sus compañeros. No todos pudieron estar en el día de su graduación, ya que muchos forman parte del programa Erasmus, uno de los estandartes del CSM vigués, pionero en sumar destinos internacionales a través de acuerdos bilaterales con instituciones de países que no pertenecen a la Unión Europea -el denominado programa K107-. Anualmente el centro de O Castro recibe en torno a 350 alumnos, de los cuales casi un 10% son procedentes de conservatorios internacionales, contando este último curso con alumnos de EE UU, Serbia, Ucrania, Italia o Kazajistán.
Otra de las presentes en esta jornada fue una de más precursoras del acto, Erea Blanco, encargada además de abrir el evento sentada frente a su clave, instrumento del que quedó prendada cuando de pequeña escuchaba los acordes del compositor alemán Johann Sebastian Bach.
Ella, junto a otros tres compañeros, conforman la primera promoción de Música Antigua del Conservatorio vigués. "Para mi es un orgullo enorme, porque nos costó mucho instaurar esta rama. No hay muchos conservatorios que impartan Música Antigua en nivel Superior, en el norte, Vigo es el único. Nuestra misión pasa por despertar el interés de nuevas promociones y tratar de afianzarlo", respondía la joven. Sus comienzos no estaban ligado a la clave, sino a la guitarra clásica, pero finalmente descubrió a los 12 años su "mundo". "Cuando era pequeña no sabía que se podía estudiar clave, me gustaba pero no sabía más allá. Ahora este es mi mundo, no hay tanta presión ni tanta competitividad como en otras especialidades porque somos pocos, se lleva mucho mejor", celebraba Blanco. Su futuro, al igual que el de otros compañeros, busca estar ligado a la música, pero esta afición llegó a compaginarla con una carrera universitaria en Santiago, título que ahora deberá poner en una balanza. "Dudo entre preparar una oposición porque me gradué en Filología Clásica o dedicarme a la música. En verdad, esto es lo que me gustaría, no como solista, sino en un grupo o hacer lo que se conoce como un continuo, dirigir una orquesta a través de la clave", razona Erea Blanco Velbís.
El acto arrancó con la presentación a cargo de Miguel Ángel Alonso Diz y contó con el discurso del director del Conservatorio, Esteban Valverde y del edil local, Carlos López Font. Asimismo se procedió a la entrega de los diplomas y premios por los concursos de Música de Cámara, de Solistas y de Composición. Como madrina de la promoción ejerció María Torres Estarque.
