De todos los que ha realizado en Vigo, es el mural del que se siente más orgullosa. Le dedicó un mes entero -el de sus vacaciones- para poder recrear en tres dimensiones la playa de Saiáns en el palco de la música de la parroquia. Hace unos días, los propios vecinos alertaron a la muralista Iria Blanco del estado de deterioro en el que se encuentra por las numerosas pintadas realizadas encima. Lo que más le duele es que no haya aguantado ni hasta las primeras fiestas vecinales, que se celebrarán en San Juan. Le gustaría poder arreglarlo para entonces.

Iria destaca que este caso es una excepción. "Por suerte, veo que se respeta bastante mi trabajo", subraya. Sus trabajos en el circuito de automodelismo de Samil o en el colegio Ramón y Cajal, siguen intactos. De los más de veinte murales en el barrio de Navia solo ha tenido pequeños daños que repara ella misma. "Los propios vecinos custodian las obras y me han dado muestras de ello en varias ocasiones", cuenta. "Entiendo la necesidad de la tribus urbanas de identificarse, pero paredes hay muchas, no justo donde la gente actúa poniendo todo su amor", se queja.

Ve en la pintada realizada en el tranvía el mismo daño. "Es un mensaje molesto y muy ofensivo hacia alguien que se ha preocupado por embellecer la ciudad", defiende en referencia al alcalde. "Son actos destructivos, no tienen nada de bellos". Considera que se debería localizar al autor para que se responsabilice: "Para educarlo. Si tú lo haces, tú lo arreglas. Y como ejemplo para otros".