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¿Y ahora qué hago con 20?

Dos decenas de ediles obligan al alcalde a hacer encaje para buscarles un puesto - La oposición tiene el problema contrario: atender tantos frentes con tan escasa "tropa"

Vigo amaneció con una sensación de extraña normalidad. Mientras en los principales medios de comunicación nacionales se preguntaban cómo era posible que "Súper Abel Caballero" hubiese obtenido 20 de los 27 concejales, los vigueses caminaban por la calle con aire indiferente, pensando en sus cosas. Como si el estruendo mediático no fuese con ellos; como si la victoria estratosférica se diese por descontada. Incluso la fiesta celebrada en la sede del PSOE no fue un desmadre. Sí, hubo aplausos, vivas, besos y abrazos, pero dentro de un orden. "La verdad es que fue mucho mayor el jolgorio de hace cuatro años, cuando pasamos de 11 a 17 que ahora; es como si a nadie le hubiese sorprendido, cuando el éxito del alcalde es la releche. Dimos unos cuantos gritos y nos fuimos para casa", resumía ayer un concejal.

En el día después, los partidos afrontan desafíos diferentes: uno, el PSOE, desde la más absoluta abundancia y otros, el resto, desde la precariedad. Uno, para organizar bien la desbordante despensa de cargos; otros, para sobrevivir durante cuatro años con lo puesto.

| Caballero apostará por jerarquizar su equipo

Tan perjudicial es la anorexia como la obesidad mórbida. En la vida y también en la política. Gobernar a de 300.000 ciudadanos con un puñadito de concejales es harto complicado, pero hacerlo con veinte puede ser incluso peor. En el primer caso nos encontraríamos con el edil multifunción que debe atender ámbitos tan diferentes que corre el riesgo de descuidarlos todos; en el segundo, con el responsable de un microdepartamento tan pequeño que sus obligaciones pueden rayar lo ridículo. La victoria de Caballero podría entrañar este riesgo, unido al de reunir demasiados gallos en el mismo corral, una situación proclive a las luchas de egos, descoordinación en las tareas y celos.

Aunque aún no ha despejado la forma de su gobierno, sí habrá un elemento novedoso: por primera vez tejerá un entramado de áreas afines -economía/empresa/empleo, fomento/obra pública/patrimonio, cultura/fiestas/turismo...- coordinadas por una suerte de superconcejal. La exministra Elena Espinosa, Javier Pardo o Abel Losada tendrían el perfil de esta nueva figura. Además habrá otro grupo de ediles, los menos relevantes, que centrarían su actividad en la Diputación.

El alcalde, que ha sacado pecho con los pesos pesados de su lista, pretende liberarse de parte de las responsabilidades que ha venido asumiendo. Seguirá llevando las riendas y tomando las decisiones, pero aspira a olvidarse de las cuestiones ordinarias, importantes pero rutinarias y pesadas. Por eso fijará una jerarquía entre sus concejales. La mayoría dará cuenta de su gestión a los coordinadores y estos reportarán al regidor. Las prioridades serán las mismas pero con mayor intensidad: humanizaciones, parques infantiles, pabellones, empleo, servicios sociales, aeropuerto... Y otras actuaciones estratégicas que deberían revolucionar el mandato. Son los proyectos estrella que guarda bajo siete llaves y solo un par de colaboradores conocen. David Regades, delegado de Zona Franca, es uno de ellos, entre otras razones porque la caja del Consorcio será determinante en su ejecución.

Carmela Silva juega en otra Liga: seguirá otros cuatro años al frente de la Diputación, institución clave en la financiación -infraestructuras, turismo, deporte, cultura...- de la programación de la ciudad, pero que debe aportar más. "Vigo quiere recibir los fondos que le corresponde por lo que aporta, tanto en votos como en dinero", aclara una persona cercana al regidor.

Caballero desea mantener su omnipresencia en la calle, pero admite que el ritmo al que se somete a diario con una agenda sobrecargada de actividades es "difícilmente soportable". Dicho esto, suele añadir, que "el problema me lo he creado yo mismo yendo a todo; ahora solo quieren que vaya el alcalde, y ya no les vale un concejal".

Pretende, asimismo, dedicar más tiempo a reforzar sus contactos con el Gobierno -aliado fundamental en los próximos años- y, en caso de repetir como presidente, a darle otro impulso a la Federación de Municipios. Y por el camino, proyectar la imagen de Vigo en el exterior. Como los propios hosteleros reconocen, el alcalde es el mejor embajador para captar turismo. Él así lo asume y seguirá al frente de la orquesta.

Obsesionado con los cronogramas, no quiere perder ni un minuto, y su propósito es arrancar desde ya con los nuevos proyectos. Pero antes tendrá que cerrar el diseño del gobierno: 18 concejales -Silva ya tiene trabajo- aguardan su llamada.

| Primera asignatura de Muñoz: decidir su futuro

Si caer de 13 concejales a siete es una tragedia, ¿cómo calificar el hundimiento a cuatro? El PP, durante décadas la formación más votada en Vigo, está en coma. El 26-M es el día más negro de su historia local. El vergel popular, admirado en Galicia, es hoy un erial. La primera decisión que deberá tomar Elena Muñoz, la cabeza de lista, es sobre su futuro: si se siente con fuerzas para seguir o si por el contrario da un paso a un lado. De momento, ha prometido autocrítica y reflexión, que ayer se tradujeron en sepulcral silencio.

La estrategia de Muñoz de demonizar a Caballero -"el peor alcalde de la historia"- ha tenido un brutal efecto bumerán. En ese continuo ataque ad hominem, el presidente Feijóo ha contribuido de forma activísima -el día del cierre de campaña llegó a comparar a Caballero con Nicolás Maduro. En este sentido, Muñoz sólo ha seguido la estela que le marcaba su presidente. La responsabilidad debe ser, pues, compartida.

Los efectos del plan han sido demoledores. En el caso del PP más graves si cabe: un partido de gobierno arrinconado, sin liderazgo y sin recambio. Porque en el caso de que Muñoz dimitiese, ¿quién lideraría el grupo a la vista de la nula experiencia política y conocimiento municipal de varios concejales? Fundido en las urnas, el PP necesita reconstruirse. Piedra a piedra. La incógnita es si tiene los materiales, peones y arquitectos adecuados. Porque tiempo le va a sobrar.

| Marea y su visión del voto "dopado", en tierra de nadie

Marea se las prometía felices en 2015 en su debú con tres ediles. Sin embargo, el suflé, al igual que ha ocurrido con el resto de las mareas atlánticas, se ha desinflado. Hoy ya solo tiene dos actas. El electorado ha castigado su proximidad en asuntos de ciudad con el PP y su critica constante al gobierno municipal. Ataques permanentes, sin treguas ni el menor reconocimiento. Caña, caña, caña.

Pero la lectura que ha extraído Rubén Pérez de la victoria de Caballero es que corrió "dopado por las obras". Su juicio demuestra dos síntomas: que la autocrítica no se encuentra entre los rasgos de su personalidad; y que la consideración que tiene de la ciudadanía es tan pobre que entiende que unos cuantos jardines, un par de ascensores y un pabellón estrenados contra reloj en la campaña explican el robo de decenas de miles de sufragios. Además establece una distinción preocupante: la de los votos de primera, puros, prístinos y nada corrompidos -o sea, los de los vigueses que se los entregaron a él- y las papeletas de segunda -las de las 100.000 personas venales que apoyaron a Caballero. Curiosa concepción de la democracia. Más allá de su percepción de la realidad, Marea tiene cuatro años de travesía en el desierto. Con muchos menos apoyos en la ciudad y sin tan siquiera los alcaldes del cambio como espejo en el que mirarse. De Pablo Iglesias, ya ni hablamos. A la vista del resultado, es más que probable que no pise las tierras galaicas durante largo tiempo.

| Xabier Igrexas, del BNG, se estrena en Praza do Rei

La alegría del estreno, suponemos. Xabier Igrexas tiene el honor de devolver al BNG a una corporación que llegó a presidir con Lois Pérez Castrillo al frente. La verdad es que el resultado del Bloque tiene su mérito. No todos los días asistimos a una resurrección en directo, un fenómeno todavía más difícil cuando la apisonadora del PSOE te aplasta por un lado y la Marea quiere comerte por otro. Dicho esto, el margen de maniobra del novato concejal nacionalista es exiguo. Su presencia tiene un cariz más simbólico, incluso romántico, que efectivo, aunque, claro está, él no lo perciba (todavía) así. Es lo que tienen las primeras veces. Que la emoción suele distorsionar la realidad.

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