Un joven de apenas 20 años puso a prueba ayer durante cuatro horas a la Policía Nacional y a los familiares que le acompañaban tras quedar en libertad en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer. La Policía Local le había denunciado por supuesta agresión a su novia, menor de edad, en plena calle. El chico tiene ya una condena por otro delito que fue suspendida a condición de no volver a delinquir y pagar la indemnización fijada, pero la agresión a su pareja supondría un quebrantamiento y conllevaría su ingreso en prisión.

Por eso, una vez en libertad, abandonó la sede judicial a gritos, visiblemente exaltado y muy alborotado junto a su madre. Pegó patadas a los contenedores que se encontró, tiró sus gafas y zapatillas y, a gritos, se desahogó por teléfono sin que su madre y su abogada pudieran calmarlo. "Si me voy preso lo mato", chillaba en relación con un posible testigo. Ante la llegada de varios agentes de la Policía Nacional su madre suplicaba: "Por favor, no lo detengan; no está bien, necesita asistencia sanitaria".

Varios policías lograron calmarlo a la espera de la llegada de la ambulancia, pero se negó a ser trasladado al Cunqueiro. Se marchó a una cafetería próxima en Plaza América y se encaró con otro joven, al parecer el testigo a quien se refería a gritos poco antes. Otra vez medió la Policía Nacional para apaciguarle. Mientras el chico seguía fuera de sí, su madre tramitaba en los juzgados su ingreso involuntario en un centro médico. Finalmente, ya por orden judicial, una ambulancia se lo llevó al hospital.