Siempre rodeados de los miembros de su equipo, los candidatos a la Alcaldía de Vigo afrontan estas dos semanas de campaña electoral con agendas abarrotadas de actos públicos, reuniones con colectivos y reparto de folletos entre la ciudadanía. En sus jornadas maratonianas, apenas queda tiempo para la hora de la comida y aunque la mayoría intenta en la medida de lo posible aprovechar ese breve espacio de tiempo para estar con su familia, muchas veces resulta imposible. "Hago al mediodía una comida ligera y por la noche algo de fruta, no soy de mucha comida y durante la campaña sigo comiendo con Cristina, mi mujer, igual que siempre", asevera el alcalde, Abel Caballero, en cuya agenda siempre surgen visitas a comidas populares y cenas de colectivos y asociaciones. "Las campañas son muy exigentes y nunca sabes dónde vas a estar, hay días que comes a las cuatro, otros a las dos, otros que picas algo a las doce y luego nada más, desde luego no es lo más aconsejable para mantener mucho más allá de quince días", explica la candidata del PP, Elena Muñoz.

"Trato de conseguir media hora para comer pero no siempre es fácil, desde que soy concejal como horrorosamente mal porque no tengo horarios, tengo que volver a hacerlo de forma ordenada pero es muy complicado", admite Rubén Pérez, candidato de Marea de Vigo.

"Hago un esfuerzo por estar en casa pero a veces es imposible y supongo que nos pasará a todos los candidatos, que se te pasan las ganas porque la campaña es muy desordenada y se comen pinchos y comida rápida que no se debe", explica Xabier P. Igrexas, del BNG.

"El resumen de esta campaña es desayuno fuerte, cena fuerte y comida de vez en cuando", ironiza el candidato de Ciudadanos, Javier Alonso. "Tendría que ser un poco más saludable pero la campaña es muy loca y no permite hacer las comidas que nos gustarían", coincide el candidato de Vox, Sergio Maus.

Salvo el alcalde, que asegura que no cambia especialmente su rutina diaria del resto del año, con una agenda institucional siempre repleta, todos confiesan que los quince días previos a la cita electoral son muy exigentes, con jornadas que comienzan a las siete de la mañana y se prolongan hasta pasada la medianoche. "Es todo bastante caótico, un descontrol", apunta Muñoz, que siempre desayuna con sus hijas antes de llevarlas a clase. "Es el momento que tenemos para estar juntas", indica. "Es brutal, una vorágine", describe Pérez, que afirma que lo que más echa de menos es precisamente la rutina de llevar a su hija al colegio. También trata de hacerlo con la suya Pérez Igrexas antes de afrontar una jornada repleta de "eventos en agenda, reuniones de puestas en común, actos electorales, más reuniones, gestiones, encuentros, actos públicos y lo que antes se llamaban mítines", enumera. "Es dura porque queremos abarcar muchas cosas y estar en muchos sitios", manifiesta Alonso. "Es una locura", resume Maus.