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Ángeles Domínguez Santiago: "El espíritu crítico tiene que fomentarse desde los colegios e institutos"

"La homeopatía es un absurdo; los resultados científicos son reproducibles y, por tanto, reales"

Ángeles Domínguez, en el laboratorio de su grupo. // Marta G. Brea

La profesora Ángeles Domínguez -índice h 35- forma parte de la UVigo desde hace más de dos décadas y además de dirigir un grupo cuya trayectoria se remonta a 1982 imparte docencia en Ingeniería Industrial y en Minas y Energía. Anteriormente lo hizo en Química.

-Un número importante de las investigadoras e investigadores de la UVigo con mayor índice h y, por tanto, mayor repercusión pertenecen a distintas ramas de la química. Aunque la institución es más conocida por su vertiente tecnológica, ¿es también una potencia en este ámbito?

-Más que de las áreas depende de los grupos y los hay muy buenos en toda la Universidad. Pero falta que nos conozcan en la calle. En la UVigo hay muchas titulaciones y áreas y todos lo profesores están investigando en alguna de ellas. Es cierto que es más conocida por sus ingenierías, pero hay mucho más y vale la pena que se conozca.

-¿Han perdido atractivo para los alumnos las carreras clásicas frente a los nuevos grados como Bioquímica o Biotecnología?

-No sé si han perdido atractivo o que la oferta es muy grande. Cuando yo estudié había cuatro carreras de ciencias, pero ahora me costaría decidirme. Tienes que estudiar lo que te gusta, porque uno tampoco sabe qué acabará haciendo. Cuando yo empecé Químicas no pensaba en dar clase y ahora soy profesora y hago investigación. Y me encantan las dos cosas.

-Química forma parte de un plan piloto de la Xunta para que las carreras repetidas sin problemas de matrícula se especialicen en los últimos cursos. ¿Le parece buena idea?

-Lo que creo es que habría que sentarse y plantearse seriamente cómo deben ser las titulaciones. Se necesita una planificación a nivel autonómico y, a partir de ahí, las especialidades me parecen bien. Además se pueden adaptar al área geográfica de cada universidad. Pero la educación hay que plantearla a todos los niveles. No se pueden planificar los estudios universitarios sin tener en cuenta los niveles anteriores. Es difícil poner a todo el mundo de acuerdo, pero me gustaría que fuese así. A igual que me hubiese gustado que en las últimas elecciones se hablase un poco más de ciencia, que no apareció.

-¿Están acostumbrados a los continuos cambios de planes educativos sin que les escuchen?

-Los docentes nos tenemos que adaptar a cualquier cosa que decidan. Nunca nos prepararon para ser profesores y los cursos de ahora son de innovación, no de docencia básica. Así que empezamos haciendo lo que podíamos y cogiendo experiencia con los años. Y después tuvimos que cambiar a Bolonia, algo que tenía todo el sentido, pero nos ofrecieron poca información y ayuda. Sobrevivimos a todo, pero estaría bien que alguna vez nos preguntaran a nosotros.

-Hace unos días tuvo lugar la final del concurso de monólogos científicos FameLab con presencia del ministro Pedro Duque y la reina Letizia. ¿Está la ciencia española para muchas bromas?

-Las bromas nunca están mal (risas). En Vigo hay bastantes acciones de divulgación como el festival Pint of Science o el ciclo Café con Sal y son una manera muy interesante de acercar la ciencia a la sociedad. Al ministro vamos a darle un poco más de tiempo porque no estuvo en la situación más cómoda para planificar nada. Espero que ahora que parece que habrá un gobierno estable existan más ayudas para la investigación, que ha sido muy maltratada. Los laboratorios son difíciles de crear y mantener y si los dejas aparcados un año no puedes retomarlos en el mismo punto. Cuestan mucho esfuerzo y también dinero en equipos y en formar a gente que después no se puede quedar. Muchas personas que hicieron la tesis conmigo están en otras universidades de España, Francia o Portugal. Y otros tuvieron que abandonar por falta de oportunidades.

-Todo se achaca a la crisis, pero Portugal no hizo recortes tan drásticos.

-Claro. Desde el punto de vista político la ciencia se sigue considerando algo secundario. Todos los recortes en educación son una aberración y aquí se pegaron hachazos fuertes a todos los niveles. Es una alegría y una satisfacción que las personas que formas trabajen en otras instituciones, pero también es talento perdido. Nosotros invertimos en su formación y otros países aprovechan su rendimiento. No se puede cortar la financiación de raíz sin consecuencias. La ciencia española tardó mucho en llegar a tener un nivel y una presencia mundial importante y sería una pena volver atrás.

-Y ante esta situación las vocaciones científicas escasean, ¿cómo ha capeado su grupo estos años?

-Es otro de los problemas. Sin ayudas son pocos alumnos los que deciden dedicar 3 o 4 años de su vida a hacer la tesis. En el grupo ampliamos la plantilla con un contratado doctor y tuvimos tesis vinculadas a proyectos de investigación, pero sí notamos una disminución bastante grande en los trabajos fin de grado.

-¿En qué proyectos está involucrado su equipo actualmente?

-Nuestro campo de trabajo es la separación de los compuestos de una mezcla utilizando la manera más efectiva y menos contaminante y con el objetivo de poder reutilizarlos dentro de la idea de la economía circular. Y tenemos un proyecto nacional que finaliza este año para la extracción de ácidos carboxílicos de medios de cultivo. El objetivo es sustituir los compuestos orgánicos que se obtienen del petróleo mediante fermentaciones por otros procedentes de biomasa. Se trata de cambiar la manera de pensar y plantearse que incluso los contaminantes que se eliminan del agua pueden reutilizarse.

-Actualmente existe una visión negativa de la química y una obsesión por los productos supuestamente naturales.

-Por eso están muy bien las actividades de divulgación. Es cierto que todo proceso industrial produce contaminación, pero lo que hay que hacer es buscar la manera de eliminarla. Se habla negativamente de la química cuando no seríamos capaces de vivir sin todo lo que se ha producido a partir de ella. El sistema es insostenible y hay que reutilizar pero, al final, todo es física, química y matemáticas. Hay desconocimiento de la ciencia y también mitificación. Parece que el investigador es un genio, pero todos hacemos aportaciones para generar la base del conocimiento.

-¿Está de acuerdo con la campaña del Gobierno contra las pseudociencias?

-Sí, sí. Hace falta mucha formación pero desde la base. El espíritu crítico tiene que fomentarse desde los colegios e institutos. No puede ser que oigas que un pomelo al día cura lo que sea y te lo creas sin más, sin pensar por qué. En el peor de los casos las pseudociencias pueden no tener ningún efecto, pero el problema es que en un momento en el que uno está más vulnerable por una enfermedad te hacen tomar cosas sin saber cómo van a interaccionar o dejar los tratamientos. Es necesaria una campaña importante, pero contra las pseudociencias en todos los sentidos. Empezando por las dietas, por ejemplo.

-Hoy en día proliferan los bulos sobre conspiraciones como los de los movimientos antivacunas.

-No sé de dónde han surgido pero pueden ser un problema muy grande. Hay que informarse y tener un poco de criterio para ver las ventajas e inconvenientes. Al fin y al cabo, al médico no le pagan por poner vacunas. Hay que impulsar el espíritu crítico y después hacer divulgación. Los resultados que publicamos los investigadores son reproducibles y, por tanto, reales. La homeopatía es un absurdo. Siempre me chocó que se permitiera porque las diluciones o la memoria del agua son cosas imposibles. Mucha gente me decía que el homeópata era el único que había acertado con las alergias de su hijo. ¿Por qué? Porque se fijaba en lo que comía o dónde estaba y eso es algo que los pediatras, que están saturados, no pueden hacer con solo 5 minutos de consulta.

-FARO publicó hace unos días que, según un informe de la Acsug, el 52,6% de los titulados obtienen una media de notable frente al 34,3% de la década anterior. ¿Es más fácil estudiar una carrera con Bolonia?

-Cuando nosotros estudiábamos había mucha menos interacción profesor-alumno y te tenías que buscar la vida para lograr información. La ventaja era que espabilabas antes, pero el que no podía se quedaba atrás. Ahora se les intenta facilitar muchísimo el trabajo a los estudiantes, hay herramientas nuevas y puede que sea más asequible. Pero, en mi opinión, se les está llevando demasiado de la mano. Tienen otras habilidades pero son mucho menos independientes. En unas cosas se ha ganado y en otras no.

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