La decisión de la asociación de vecinos de Bouzas de aplazar la Festa da Brincadeira debido al mal tiempo al 5 de mayo, un mes después del día que estaba previsto en un principio, acabó siendo todo un acierto. El sol brillaba desde primera hora de la mañana y, a partir de las 11, cientos de personas ya tenían su choripán en la mano. Fue a esa hora cuando abrieron los 170 puestos del mercado tradicional. Con la atracción también del tradicional mercadillo de los domingos, Bouzas vivió su día de mayor afluencia del año con todo lo que ello significa: la Policía tuvo que controlar los innumerables coches que buscaban a la desesperada un aparcamiento, un imposible que provocó considerables atascos y varios embotellamientos en las pocas zonas de estacionamiento. Los taxis y los autobuses, por su parte, no paraban de traer gente.

Vigueses de todos los puntos de la ciudad no se quisieron perder la fiesta, que se ha convertido para muchas familias en una auténtica tradición. Como para las hermanas Mónica y Elena Álvarez. "Venimos todos los años. Preferimos A Brincadeira antes que la Reconquista. Aquí hay un ambiente más tranquilo y no hay tanta gente. En la Reconquista es todo muy agobiante", señalan.

Uno de los principales temas de conversación en los corrillos era la posibilidad de que la fiesta boucense sea declarada de Interés Turístico de Galicia. El presidente de la Asociación de Vecinos de Bouzas, José Manuel Vidal, ya avanzó que espera conseguirlo en 2020. "Ya tenemos toda la documentación y el beneplácito de la corporación municipal, que tiene que declararla primero fiesta de interés turístico de la ciudad. Luego lo llevaremos a la Xunta", explicaba Vidal, el artífice de este popular evento.

Como es habitual en A Brincadeira, los puestos de comida y bebida fueron los más visitados. Pero no todo fue comer y beber. Otros feriantes ofrecían artilugios muy originales. Como Carlos García, que no paraba de atender a gente que se paraba en su expositor de antigüedades, donde los teléfonos antiguos, que vendía a unos cuarenta euros y que funcionaban perfectamente, eran sus principales reclamos. "Empecé a venir a esta fiesta hace cuatro años. Tengo que reconocer que no es donde más vendo, pero me encanta estar aquí", explica García, conocido también por estar al frente de una conocida tienda antigüedades en la ciudad.

La música no faltó a lo largo de toda la jornada. Gaitas, panderetas y otros instrumentos tradicionales de Galicia no dejaron de sonar. Además, el grupo Los Coribantes tocó en la Praia do Atrio.

Los residentes decidieron impulsar este evento hace ya diecisiete años para poner en valor la importancia de la villa durante la expulsión de los invasores franceses en 1809. En concreto destacan el papel de su por aquel entonces alcalde, Cayetano Parada Pérez de Limia, que corrió con los gastos de alimentación de los milicianos sublevados. También participó en el bloqueo marítimo de las tropas napoleónicas junto a las embarcaciones inglesas.