Prueba superada y con nota. La nueva terminal de cruceros de Atlantic Vigo Cruise cumpliendo los ratios de fluidez que se habían marcado los socios de la sociedad concesionaria, Incargo Galicia y Balearic Handling. Con un fuerte despliegue de técnico y personal, la operadora despachó los 1.300 pasajeros movilizados por el buque Zenith de PullmanturZenith: 500 subieron a bordo en Vigo y 700 finalizaron aquí su corta travesía desde Lisboa. Para la operadora "este estreno a lo grande" sirve de motivación para captar no solo más escalas sino alcanzar el ambicioso reto de convencer a las navieras para que inicien o acaben aquí sus rutas.

La segunda terminal destinada a cruceristas que ahora ofrece Vigo ocupa 360 m2 en el lateral Este de la Estación Marítima. Con una profunda remodelación de la superficie antes lóbrega, el espacio agrada ahora por su luminosidad y esos guiños en el decorado del estilo de ese póster gigante del gran embajador de la ría viguesa, el escritor Julio Verne. Dotado con cuatro arcos de seguridad y cinco escáneres de última generación, y muy pensado para facilitar la movilidad a aquellas personas con problemas, el operador cuenta con dos pasarelas recién adquiridas concediéndole plena autonomía de servicios para atender al buque. Pero esto solo es una parte del equipamiento que pretende incorporar en próximos meses, cuando celebrará la inauguración oficial.

Compras y terraceo en A Laxe

Desde muy temprano que el entorno de A Laxe comenzó a mostrar indicios del trajín de personas que registraría hasta antes de las ocho de la tarde con la salida del Zenith, desde donde sigue un itinerario que tras siete días concluirá en el puerto sueco de Malmö. Por la Estación Marítima merodeaban los pasajeros de Pullmantur con sus maletas mientras otros apuraban últimas compras en el centro comercial sin que ninguno pareciera dudar sobre a donde dirigirse para cuando llegase la hora de embarcar. Para evitar equívocos, una carpa blanca hacía inconfundible la entrada a la flamante terminal, sin contar las canciones que salían de su interior -desde A Muiñeira hasta la melodía de la inolvidable serie televisiva "Verano Azul"- de ahí que incluso turistas ajenos al buque se creyesen estar ante los preparativos de un show.

De resolver estas cuestiones se encargaba un amplio grupo de azafatas, sonrientes y volcadas en atender a despistados e impacientes. Como suele suceder, la inquietud se apodera de estos pasajeros, en especial de aquellos que como Antonio y Puri hacía muchos meses que contrataron este crucero de ocho noches. "Nos decidimos en noviembre y ya quedaban pocas plazas", destacaba este matrimonio de Coia que disfruta por vez primera de esta unas vacaciones en el mar "saliendo de mi ciudad", orgullo que la mujer compartía con su marido, jubilado del sector naval. "Llevábamos tiempo con la ilusión de este viaje", reconocían.

Esta pareja esperaba sentada al sol en los bancos situados frente a la terminal, abarrotados de los que serían sus compañeros de viaje. Otros muchos preferían hacerse selfies. Con este extraordinario ambiente normal que las cafeterías de Laxe quisieran captar un bocado de la clientela, así sus camareros invitaban a pie del paseo a consumir lo que un grupo de amigas no tardó en decidir. Acabarían pasándose una hora moreneándose en la terraza con vermú en mano.

Ellas comenzaban a disfrutar a tope de las vacaciones ya en tierra. Al igual que Luciano y Diana, solo que en el caso de esta pareja, llegaba de mucho más lejos: Brasil. "Empecé a buscar a internet cruceros por Europa. Y aquí estamos", resumía la mujer con total normalidad, sin darle importancia a las horas de vuelo consumidas desde su país tal vez por el complemento al crucero. "Llevamos dos días en Vigo. Y encantados. Por la gente, adorable, por la comida, riquísima. Todo fenomenal", coincidían. Y así de entusiasmados, como el resto, zarparon de Vigo.