Si hay un tramo en Vigo que sobresale sobre el resto de recorridos por su fluidez es el frente marítimo. Pero no en superficie, sino mayormente bajo tierra. El túnel de Beiramar es la principal vía de desahogo para el casco urbano. El tráfico en la ciudad no se podría entender hoy sin su existencia. Y precisamente por ello se convierte en muchas ocasiones en la "vía de escape" para aquellos que necesitan cruzar la urbe de punto a punto. Aunque desviarse hacia él supone muchas veces dar un rodeo de más kilómetros, el tiempo de viaje se reduce y la calidad de circulación es "muy buena", como determinan los informes municipales. Se puede llegar de Bouzas a Arenal o Sanjurjo Badía, y a la inversa, sin apenas pisar el freno (ver gráfico).

La importancia de este subterráneo cobra actualmente mayor relevancia por elevado número de obras que se están ejecutando en el casco urbano. Según el informe de 2018, el túnel de Beiramar alcanzó picos de hasta 45.000 vehículos diarios. Cuando se inauguró se rondaba los 30.000. Es uno de los niveles más elevados desde su apertura, en 1996. Pero, ¿por qué crece? Fuentes municipales apuntan a dos motivos principalmente: por un lado, porque los conductores se están concienciando cada vez más de la agilidad que supone moverse por Vigo a través de este túnel. Pero además, muchos de estos vehículos lo hacen actualmente para "escapar" de los cortes de tráfico que hay en multitud de calles de la ciudad por las obras de humanización que se están realizando.

Trabajos de reforma

Además, en cuestión de semanas el Concello acometerá una de las mayores reformas del túnel desde su inauguración en la década de los 90. Reparará todo el pavimento y reasfaltará por completo los cuatro carriles de circulación. Esta obra obligará a realizar cortes puntuales de tráfico durante los dos meses de trabajos. La Concejalía de Tráfico también mejoró en los últimos ejercicios la seguridad con la instalación de señales luminosas y medidores de velocidad.