En un emotivo acto al que acudieron más de un centenar de personas, el Ayuntamiento honró ayer a las 49 personas fallecidas en el accidente del río Órbigo. Fue a las 16.30 horas, a la misma hora a la que hace 40 años acontecía el trágico suceso. A la cita acudieron tres de los diez supervivientes y familiares de las víctimas, que compartieron dolorosos recuerdos.

"Mi más sincero amor y respeto a las familias que pasaron por esos momentos de desesperación y sufrimiento". Así arrancaba Francisco González Mella, el superviviente que abrió con sus palabras el sentido homenaje a los 45 alumnos del Colegio Vista Alegre, tres docentes "que dejaron sus vidas en esas frías aguas tratando de rescatarlos, y al conductor. "Ayer éramos niños de 11 y 14 años y hoy somos mujeres y hombres con vidas formadas recordando año tras año ese 10 de abril", señaló y lamentó que entonces tuvieran que hacerlo "casi en soledad", frente a los protocolos de apoyo psicológico actuales. Destacó que "las heridas se curan, pero las cicatrices no desaparecen". "No lo hacen en nuestra memoria ni en lo más profundo de nuestros corazones", subrayó. Recordó lo repartido que estuvo el dolor en, al menos, 16 zonas de la ciudad. Pidió que tampoco se olvide "nunca" la colaboración del pueblo de Santa Cristina de la Polvorosa. Ayer, a la misma hora, se celebraba allí una ofrenda floral, con dos ediles vigueses y representantes del colegio.

Ana María Boullosa, hermana de uno de los docentes fallecidos y exdirectora del colegio, recordó en Vigo lo "deseosos" que estaban de recibir a sus familiares tras volver de un viaje que les hacía "mucha ilusión". "Por desgracia, ese abrazo fue inalcanzable para muchos", lamentó. Cuenta que "siempre" recordarán que "Vigo, las gentes, voluntarios y empresarios no dudaron ni un solo segundo en poner todos los medios de los que disponían" para ayudar y cómo se volcaron para "arroparlos". "Vigo sintió a esos niños y esas familias como suyas". A ella le ayudó a superarlo ver a los niños supervivientes y como "supieron volver a la vida después". Agradeció la "gran lección" que los tres docentes dieron ese día. "Una tragedia como esta no se olvida en la vida". Su madre, Josefa Mella, cuenta que "le costó muchísimo superarlo y aún hoy no lo hizo del todo".

"Aquello marcó una parte de la historia de esta ciudad, porque en medio de la tragedia surgió esta cercanía, solidaridad, apuntó el alcalde, Abel Caballero, al que Boullosa y González agradecieron el acto. "Este acto pretende ser una ayuda para seguir mitigando ese dolor y llevarlo juntos porque compartiéndolo lo hacemos más llevadero", remarcó el regidor

También estaba Aurora Delgado, presidenta de la asociación de afectados y madre de una de las niñas fallecidas, Sofía, con 11 años. Era su primera gran excursión. "Sabía que no la iba a encontrar viva, pero la esperanza nunca se pierde", recuerda. Tardaron 11 días. El sobrino de José Manuel Alonso fue el último en aparecer, junto a otros dos, el 22 de mayo. "Todas los fines de semana íbamos allí a buscarlo, rastreamos todo el día. El primer día el río tenía 3 metros de altura y el último lo cruzaba con el agua por los tobillos". Recuerda emocionado la generosidad de Santa Cristina: "Pedimos bombas para achicar agua en un punto y al día siguiente aparecieron 23. Fue impresionante, nos ofrecían de todo". Los tres niños parecieron cerca del puente, tapados por el parabrisas del autobús.

Modesto Abreu fue uno de los submarinistas vigueses que se desplazaron a ayudar en las labores. Fue el que enganchó el cabo al autobús y dio las indicaciones para izarlo, porque "allí no había coordinación ninguna".

Lourdes, hermana de otra de las supervivientes, lamentaba que en 40 años "nadie se acordó ni se puso en contacto". "se necesitó tanto durante años y no tuvimos ni una llamada", reprocha. Por ello, ayer no estaban de acuerdo con el acto. Cuenta que su hermana, con más de 50 años, "aún tiene problemas psicológicos".