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Pampliega: "El mayor valor que un periodista transmite a los jóvenes es una bofetada de realidad"

"La educación es la auténtica arma de destrucción masiva"

Antonio Pampliega, ayer, en Vigo. // Marta G. Brea

Medio millar de alumnos de Secundaria y Bachillerato asisten hoy al primer Congreso de Valores organizado en Vigo por la Fundación Lo que nos mueve. El reportero de guerra Antonio Pampliega es uno de los ponentes invitados junto con el ironman gallego Víctor Tasende y la paratriatleta Eva Moral.

-¿Qué valores puede transmitir a los jóvenes un corresponsal de guerra con su trayectoria?

-El mayor valor que puede transmitir no el corresponsal de guerra sino el periodista es darles una bofetada de realidad. Están sobreprotegidos por sus padres y la charla será una hostia de realidad pura y dura. La guerra no se puede edulcorar y van a ver que viven en una burbuja y que tienen mucha suerte. Y, sobre todo, el objetivo es decirles que el negro o el moro no han venido a sacarnos el trabajo, sino por la realidad de su país. Uno de cada seis gallegos viven fuera. Si los otros son la invasión, como dicen muchos medios y la extrema derecha, ¿qué sois los gallegos? Tienen que despertar y ver que viven en un mundo globalizado. A lo mejor piensan que hablaré de mi secuestro y nunca lo hago porque es más importante mi trabajo. El secuestro fue un accidente laboral.

-¿Y cómo reaccionan cuando pincha su burbuja?

-La charla en Vigo será más corta pero normalmente son dos horas de silencio absoluto. No tengo filtro y les enseño un vídeo que grabé en octubre de 2012 en un hospital en plena efervescencia con chavales como ellos destrozados por bombas, mutilados. Lloran. Es normal. Son millennials y tienes que ganártelos con la imagen y si el discurso también es potente se quedan impactados. El año pasado, después de una charla en Mallorca subieron al escenario muchísimos chavales. Pero me llamaron la atención dos, uno rumano y el otro australiano. Me dieron las gracias y me dijeron que esperaban que mi discurso calase entre sus compañeros, porque los trataban como una mierda por ser extranjeros, y eso que eran blancos. Me gustan estas charlas porque ellos son los ciudadanos del mañana. Van a votar dentro de 4 o 5 años y tienen que saber a quién. Aquí, el alcalde se gasta 636.000 euros en luces y el presidente del Gobierno vende armas a Yemen. ¿Quieres ser cómplice? Perfecto. Cuando haya un atentado suicida de un yemení en Madrid te jodes, porque lo has provocado, quizás has matado a su familia. El problema es que no sabemos en qué mundo vivimos.

-¿Ve posible si no cambiarlo al menos mejorarlo educando a los jóvenes?

-Los periodistas de guerra creemos que con nuestro trabajo vamos a cambiar las cosas. Pero no pararemos las guerras porque son un negocio. Yo intento, al menos, concienciar. Si lo hago con uno de los chavales ya vale la pena. Gente pequeña haciendo cosas pequeñas cambia el mundo. Ese chaval va a ir a su casa y rebatirá el discurso de sus padres si votan a la derecha, que es la que no quiere a los emigrantes. Y a lo mejor se lo cuenta a sus amigos y empiezan a interesarse por Siria. Pero si no lo cuentas no existe. Hoy ya no salen en los medios los barcos en el Mediterráneo, ¿de verdad que no se ahoga gente? La indiferencia también mata. Un momento álgido de las charlas es cuando muestro imágenes en blanco y negro de barcos saliendo de Barcelona del 36 al 39. Y una noticia sobre 140 ilegales canarios detenidos en Venezuela. Y se les ve en el barco. La educación es la auténtica arma de destrucción masiva. La historia es cíclica. La extrema derecha se está apoderando de Europa. ¿Y qué pasó hace 100 años? Nos acabamos matando entre nosotros.

-¿Hay que enseñar la historia de otra manera a los millennials ?

-Hay que adaptarse a ellos usando sus métodos. Están con el móvil todo el tiempo, no leen el periódico. Pero insisto, no hay que pensar que son gilipollas ni tratarlos como imbéciles. No es normal que no pudiese ir a otros programas a hablar del Pasaporte Pampliega sobre el matrimonio infantil en Afganistán porque hay un horario superprotegido para la infancia.

-Su tercer libro está protagonizado por una de esas niñas.

-Es una novela para ese público juvenil. La historia es real pero la llevo a la época talibán, el momento más heavy contra las mujeres, y el personaje es mayor que la niña, que tenía 7 años.

-También los adultos tenemos problemas para entender la realidad, ¿quizá por la saturación de información?

-Estamos insensibilizados. Tenemos una vida tan de mierda que preferimos ver a gente que es peor que nosotros, es decir, realities en los que 4 matados se meten puñaladas por 300.000 euros. Es más fácil que conocer la historia de una niña afgana casada con 7 años porque entonces no tienes derecho a quejarte. Pero esto no quiere decir que no apostemos por el periodismo, hay que dar ventanas, aunque sean pequeñas. Y yo gracias a Cuatro la tengo y estoy contento porque el trabajo está bien hecho y la cadena lo valora a pesar de que la audiencia no acompaña. Ellos decidirán si hay segunda temporada. Y si no, a otra cosa, el mundo no se acaba.

-¿Qué papel juega hoy el periodismo entre las acusaciones de fake news o de servir a otros intereses?

-Ha perdido su papel. Deja de ser objetivo cuando los medios cotizan en bolsa y el dueño no es el director, sino un banco o una multinacional. Hemos perdido nuestro valor y la gente lo ve, por eso somos una de las profesiones más denostadas junto con los políticos. En 8 años no se han destinado recursos a cubrir la guerra de Siria, la peor del siglo XXI, pero se cae un niño a un pozo y estamos allí día y noche durante 15 días. Hay que hacer autocrítica.

-Dice que la figura del corresponsal de guerra se extinguirá.

-Somos dinosaurios. Con las redes sociales y los móviles no somos necesarios. ¿Qué la foto es verdad o no? Da igual. Ya ha ocurrido muchas veces.

-No hay recursos para enviar periodistas pero la foto de Aylan ocupó todas las portadas. ¿Prima el periodismo espectáculo?

-Aylan conciencia el primer día. Pero los 400 o 600 que han venido después no importan. Estoy de acuerdo con su foto en portada, lo que no me parece bien es que el niño australiano del atentado de Barcelona estuviera pixelado. ¿No valen lo mismo? Estamos haciendo periodismo espectáculo cuando debemos informar no entretener. ¿Por qué vende mi historia? Porque es un drama. Pero antes de mi secuestro había escrito más de 100 crónicas para medios internacionales desde Siria, donde entré 11 veces. Y en Afganistán, 5. Si no me hubieran secuestrado seguiría siendo freelance o estaría currando en el negocio familiar. Mientras no nos respetemos a nosotros mismos la sociedad no lo va a hacer. Si un periodista va en una lista del PP, ¿con qué cara hablará en una tertulia dentro de 4 años sobre transparencia? La credibilidad tardas en ganártela pero la pierdes en un minuto.

-Y el trabajo de los corresponsales solo se reconoce cuando son secuestrados o asesinados como José Couso, de cuya muerte se acaban de cumplir 16 años.

-En las guerras prima el libre albedrío y sale gratis matar a un periodista. Anguita Parrado, Pujol, Miguel Gil... Mientras salga barato habrá muchos más José Couso y Antonio Pampliega.

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