Iago Bastos y Mili Castro daban por hecho que su primer hijo vendría con ocho semanas de permiso de paternidad bajo el brazo. El nacimiento no estaba previsto hasta el 16 de abril. Pero los planes se tambalearon en la madrugada del domingo, cuando Mili se puso de parto con dos semanas de antelación. Fue un parto largo al que, en un segundo plano, se le sumó la incertidumbre de si el padre disfrutaría de tres semanas más de permiso retribuido. "Ya aguantaste doce horas, ¿por qué no un poquito más?", recuerda que le dijo en broma a su mujer. Leo vino al mundo a las 00.16 horas de hoy, convirtiendo a su padre en el primero que de Vigo que disfrutará de una baja de dos meses.

Desde entonces, han nacido otros dos en la maternidad del Hospital Álvaro Cunqueiro. "Es un avance muy importante. Estas son las medidas que poco a poco tenemos que llevar a cabo para alcanzar la igualdad, porque cuidarlo es una tarea de los dos", defiende Iago, que trabaja en la firma viguesa Ecoforest. Un permiso que les irá muy bien, sobre todo, porque su mujer es arquitecta autónoma y deberá contratar a alguien que la sustituya durante la baja para no cerrar la oficina. Iago tiene pensado fraccionar su permiso. El nuevo decreto solo le obliga a disfrutar de dos inmediatamente después del nacimiento. Su idea es dejar cuatro semanas para cuando Mili se incorpore a trabajar.

No tuvieron tanta suerte otras familias que se quedaron a las puertas. David Castro y Victoria Torres también esperaban a Nieves para dentro de dos semanas. Entraron en el Cunqueiro a las 23 horas del sábado y su primera hija nació a las 15.20 horas del día siguiente. "No estábamos pendientes de lo del permiso, no vas a retrasar nada por eso, pero sí que lo comentamos", confiesa. "Se contaba con el permiso", lamenta el padre. "Esas tres semanas supondría que podría estar más tiempo, sobre todo en la construcción, en la que se trabaja muchas horas". Pero se conforma: "Con cinco semanas está bien".

Por lo menos, son mejores que los quince días que disponía el padre antes de 2017, cuando se amplió a un mes. Fue en verano de 2018 cuando se subió a cinco semanas. Eso es con lo que se consuela Rubén Córdoba que, con el primer hijo, solo tuvo dos semanas. "No daba para nada, cuando te dabas cuenta, ya había acabado", explica su mujer, Patricia Domínguez y añade: "Ahora, al tener que cuidar también del otro niño, nos vendrá muy bien". Con la segunda, Vega, se ha quedado a las puertas de los dos meses de permiso.

Rubén Cordoba. // Alba Villar

Salía de cuenta ya el lunes pasado y la esperanza de contar con las ocho semanas de baja se abrió al retrasarse una semana y fijarles la inducción al parto para hoy. Pero Vega no quiso esperar tanto. Entraron en el Cunqueiro ayer a las 19 horas y antes de las 20 ya estaba en sus brazos.

Él trabaja en el sector de la automoción y se le acaba de terminar el contrato, pero la baja le interrumpe el paro. Ella, del mismo sector, está en paro. Considera que el camino a la equiparación de la baja de maternidad y paternidad ayudará a las mujeres en el acceso al mercado laboral. "Cuando se enteraron de que estaba embarazada me dijeron que mejor esperábamos a que volviera de la baja para volver a entrar", relata.