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La UVigo recorta la brecha de género: tres nuevas catedráticas de ingenierías en una semana

Tres profesoras acceden a una plaza de catedráticas en ingeniería, donde solo suponen el 8%

Carmen Pérez, Julia Serra y Ángeles Sanromán, en el Módulo Tecnológico Industrial (MTI), donde cuentan con laboratorios. // J. Lores

Las alumnas ocupan el 51% de las aulas de la Universidad de Vigo y cuatro de cada diez profesores titulares son mujeres, pero las catedráticas continúan siendo un grupo muy minoritario -24% del total de docentes con este rango máximo-. Una representación que todavía es aún más reducida en el ámbito tecnológico, donde apenas suponen un 8% según los últimos datos publicados por la propia institución respecto al año 2017. Solo la publicación en el BOE de sus nombramientos separa a Carmen Pérez, Julia Serra y Ángeles Sanromán de contribuir a reducir esta brecha. Un logro para la institución académica que incluso el azar quiso remarcar al hacer coincidir los actos de defensa de las tres profesoras con la semana del 8-M.

Sanromán compareció ante el tribunal durante la misma jornada del 8 de marzo, así que decidió hablar sobre el papel de las mujeres en su área, la ingeniería química, ante el tribunal que valoró su trayectoria profesional. "Nunca me han tratado de forma diferente a lo largo de mi carrera profesional. Solo recuerdo a un profesor de Santiago que nos dijo a las alumnas que no sabía que pintábamos en clase. Pero la historia de la mujer en esta rama es muy reciente, la primera ingeniera española se tituló en 1929", recuerda.

"Es un reflejo de lo que ocurre en la sociedad. Ojalá que esto no fuese noticia, pero estamos poniendo nuestro granito de arena", reconoce Serra, de Física Aplicada. "Es imposible pensar que somos menos inteligentes. Lo que pasa es que tenemos un peso adicional respecto al hombre y en el ámbito tecnológico la masa crítica de profesoras que pueden promocionar a catedráticas es infinitamente inferior", añade Pérez, que pertenece al área de Ciencia de Materiales e Ingeniería Metalúrgica.

Las tres forman parte del claustro vigués desde el año 91. Serra se incorporó desde la Universidad de Barcelona, mientras que Sanromán y Pérez se habían doctorado por la de Compostela. Y se estrenaron en la docencia en la Escuela de Industriales, frente a auditorios donde la presencia de mujeres era anecdótica. "No teníamos experiencia como profesoras y fue un reto llegar a aquellas aulas enormes y repletas de chicos. Aquello imponía pero dimos aire nuevo a la institución porque veníamos con otras ideas", destacan.

Desde entonces, la proporción ha mejorado en algunos grados, como el de Organización o Ingeniería Química, pero el porcentaje total de alumnas en las carreras tecnológicas de la UVigo es solo del 22%. "El problema es de todas las universidades españolas. La cifra de mujeres se está estancando. Es una situación muy crítica", lamenta Julia Sierra, que también alerta de ciertas actitudes.

"Imparto docencia en los primeros cursos, algo que me encanta, y tengo clases de 24 chicos y 4 chicas. Les insisto en que hagan grupos mixtos y estoy muy encima porque he notado que a las alumnas les cuesta dar el paso de decidir ante ellos. Me parece preocupante que se mantengan estos estereotipos", comenta.

Sin embargo, sus compañeras no han percibido esta situación, quizá porque dan clase en 3º y 4º. "Mi impresión es casi la contraria. Las alumnas son las que organizan y cuidan los detalles de los trabajos en grupo. También lo he visto en mis hijos mellizos. Nunca hubo distinciones en su educación, pero ella es más organizada que él", comenta Sanromán.

Presión adicional

En lo que sí coinciden las tres es en subrayar el cuello de botella que se produce durante la carrera investigadora, cuando el porcentaje de mujeres se reduce a partir de los 30 años. "No es que todas renuncien de manera explícita pero sí se producen ciertos cambios en el momento de tener hijos, la dedicación al trabajo es menor por ese peso que todavía tenemos", señala Carmen Pérez.

"En mi grupo nunca he sentido ninguna discriminación, pero sí se nota que algunas chicas dejan aparcada su carrera para tener familia o también porque tienen que hacerse cargo de algún mayor. Son autolimitaciones derivadas de la cultura y la sociedad y nosotras mismas debemos esforzarnos en cambiar el chip", apunta Serra. "No hay políticas de conciliación y el apoyo de tu pareja siempre es fundamental", añade Sanromán.

Las tres deberían haberse convertido en catedráticas hace una década, pero los recortes derivados de la crisis retrasaron su promoción. "Y hay universidades en que la situación todavía es peor. Pero lo prioritario era consolidar a la gente joven de los grupos y lo entendimos. De todas formas, la UVigo tiene un problema generacional porque la estabilidad sigue siendo muy baja y en unos años se jubilará mucha gente al mismo tiempo", advierten.

Todas han ocupado puestos de responsabilidad y gestión, tanto académica como administrativa, y ahora podrían aspirar a ser rectoras, ya que ser catedrático es un requisito imprescindible. Ninguna mujer ha asumido todavía esta responsabilidad en Galicia y en todo el país solo hay 7 rectoras en 50 universidades públicas. No es algo que figure en los planes de ninguna, aunque Sanromán tampoco lo descarta del todo: "La vida te va llevando. Tendría que haber un buen equipo, pero veo a compañeras que son muy válidas".

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