En cualquier investigación criminal cualquier detalle, cualquier relato que tenga un mínimo de verosimilitud, cualquier pista... merece ser investigada. Nunca se sabe donde estará el hilo del que tirar. El complejo caso de Déborah no fue una excepción. Tras su desaparición y tras el hallazgo de su cuerpo, fueron muchas las cuestiones en las que hubo que indagar.

Uno de los relatos efectuados a los investigadores antes de que se hallase el cuerpo fue el de un vecino de Vigo que se enteró de la desaparición por los pasquines que había en la calle y que contó que el 30 de abril, a las nueve de la noche y frente a los campos de fútbol de O Vao, vio una furgoneta blanca con las luces de emergencia de la que, de una de las puertas delanteras, asomaban "los dos pies de una persona". Las piernas, describió, estaban "completamente rígidas". Tras sobrepasar al vehículo, prosiguió, vio que el conductor llegó a salir del coche para entrar de nuevo y que la otra persona, "con abundante pelo", parecía estar "inmóvil".

Otros relatos tampoco sirvieron para aportar la pista definitiva. Como el de un responsable de un circo que coincidiendo con la desaparición estaba en Samil y que contó que vio a un varón que "le infundía sospechas".