Era la primera vez que los perros metían sus patas en el Complejo Hospitalario Universitario de Vigo (Chuvi) y los resultados fueron "asombrosos". Se produjo en el marco de un estudio clínico del Servicio de Psiquiatría en colaboración con BriCan Vigo para tratar de demostrar de forma científica los beneficios de la terapia canina en personas con enfermedad mental grave. Las cinco personas con esquizofrenia ingresadas en el Nicolás Peña con los que se trabajó durante dos meses mejoraron un 30% en funcionalidad.

El trabajo con canes se plantea como una terapia "complementaria, nunca sustituye al fármaco", subraya la psicóloga e investigadora del Instituto de Investigación Sanitaria Galicia Sur (IISGS), Tania Rivera, autora del estudio. Fue el equipo del Nicolás Peña el que seleccionó a los pacientes. "Eligió personas en las que no había mucho cambio con terapias convencionales", explica Tania Penas, de BriCan. Cada uno presentaba un perfil distinto por lo que, médicos y terapeutas caninos trabajando mano a mano, fijaron tratamientos individuales con fines concretos.

Aunque los objetivos son diferentes en cada paciente, se trabajaron aspectos generales como la socialización, la expresión de sentimientos y emociones, la comunicación o el fomento de la autoestima con los perros Ron y Samba.

Los avances se vieron desde la primera sesión. "Son gente en los que la expresión está limitada, pero desde el primer día se reían", cuenta Tania Penas. La idea es "hacer una terapia que no lo parezca". "Focalizan la atención en el animal y de una manera casi inconsciente, establecen una comunicación con el terapeuta, que es una de las mayores dificultades con estos pacientes", cuenta la terapeuta. "Como el perro no te va a poner una mala cara, no te va a juzgar, no les frena", explica Rivera y añade: "También notan responsabilidad en el cuidado y, cuando ven que un animal les hace caso, la autoestima se dispara".

Que las terapeutas no vistieran que seguir la norma vestir bata blanca, "rompiendo con el ambiente institucional y jerárquico", también contribuye a ello, según considera Vicky Lago, de BriCan.

Durante la duración del ensayo se tomaron muestras de sangre, se midieron los avances con escalas objetivas de evaluación y se cruzaron estos datos con marcadores moleculares, explica Tania Rivera y concluye: "Se puede medir científicamente que mejoraron".

No en cuanto a sintomatolo- gía, pero sí en funcionalidad. Progresaron en torno al 30%. "Ahora me los encuentro y me saludan, antes era impensable", ejemplifica la psicóloga. Tras esta terapia, permiten el contacto físico, también con mujeres, que era el que más les costaba. Se atreven a comer en público y se animan a salir a la calle, algo que les costaba mucho antes por sus continuos altibajos.

Avanzaron mucho en la socialización. Estas cinco personas llevaban muchos años conviviendo, pero apenas se relacionaban, algo que lograron de forma natural con Ron y Samba. Con los perros en el centro de sus actividades, cooperaron para salir a comprar tarjetas navideñas, fueron a pasear al Castro, prepararon una cena... También se trabajó mucho la higiene personal y postural. La investigación continuó con una segunda fase con la Asociación de Doa de Saúde Mental.