La tendencia que sigue el éxodo de vigueses que deciden trasladarse al extranjero es similar a la que arroja el retorno de inmigrantes. Si a lo largo de la última década el número de vecinos que han hecho las maletas para mudarse a otro país se disparó un 41%, el de los inmigrantes que optaron por dejar Vigo creció un 20%. Los datos del Instituto Galego de Estatística (IGE) muestran que en 2008 residían en la ciudad 15.900 personas de origen extranjero. Una década después, en 2018 -último dato disponible en el observatorio gallego-, eran ya 12.900. Durante el mismo período la bolsa de vigueses radicados en otros países pasó de 17.800 en 2009 a los casi 24.400 del 2018.

El descenso de población inmigrante a lo largo de los últimos años se explica en gran medida por el contexto económico. Durante los años de bonanza se trasladaron a Vigo familias en busca de trabajo y oportunidades. Al estallar la crisis y destruirse empleo, buena parte se vio abocada al paro y optó por retornar a sus países de origen o trasladarse a algún otro punto de Europa.

Los últimos datos oficiales del Concello de Vigo muestran que entre 2017 y 2018 la ciudad perdió 1.800 inmigrantes, lo que supuso una pronunciada caída del 11% en apenas doce meses.