La primavera de 2019 durará exactamente un total de 92 días y 18 horas, según datos del Observatorio Astronómico Nacional (OAN), por lo que finalizará el 21 de junio. Con ella, los jardines nos muestran su mejor cara y los días comienzan a ser más largos a modo de preludio perfecto del verano. Además, los atardeceres, robados por las fotografías paradisíacas, empiezan a protagonizar las portadas de infinidad de perfiles de redes sociales. Uno de los paraísos terrenales gallegos, Vigo, ofrece un sinfín de lugares para disfrutar de una época del año que nos llena de energía y nos activa después de varios meses de largo y frío invierno.

Las temperaturas en el inicio de la primavera viguesa acompañarán los planes de aquellos que decidan darle la bienvenida al aire libre. También sonreirán a los que decidan vivir de cerca las actividades de la Reconquista -que arranca este mismo sábado-. Las previsiones de Meteogalicia avanzan máximas de hasta 24 grados para el domingo y de 22 grados para el sábado, así como una subida de las mínimas, que alcanzarán los 14 grados en el último día de la semana, una tendencia que se mantendrá durante las próximas jornadas.

Playa de Samil

Es uno de los puntos más visitados de la ciudad olívica cuando llega el buen tiempo. Reúne naturaleza, deporte y lugares de ocio: dispone de canchas de baloncesto, pista de patinaje, zonas verdes, merenderos y cafeterías con terrazas que permiten disfrutar de las vistas. Su largo arenal de arena fina blanca es reclamo de miles de turistas, que destacan, muchos de ellos, “la calidad del agua, sus vistas a las islas Cíes y la proximidad a Vigo”. Uno de sus secretos mejor guardados es la postal que regala al atardecer, con las Cíes al fondo: los rayos del sol se despiden con un baño en las aguas viguesas más conocidas.

Parque de Castrelos

Sus más de 24 hectáreas hacen del lugar uno de los pulmones de la ciudad gallega y el punto elegido por muchos vigueses para desconectar. Su valor paisajístico y botánico está defendido por su declaración como Jardín Histórico y Bien de Interés Cultural, publicada hace ya 64 años. La primavera colorea sus espacios y convierten el parque de Castrelos en un paraíso para los amantes de la naturaleza, que se pueden perder entre su infinita arboleda. Los visitantes destacan de este espacio su tamaño y su variedad floral: “Precioso y enorme parque en el que coger energía durmiendo la siesta entre gran variedad de flores para luego ir descubriendo todos sus bonitos rincones mientras paseas”. Además, su auditorio es escenario de grandes conciertos. Precisamente, para este verano, se ha dado a conocer recientemente la actuación de Tom Jones.

Monte de A Guía

Es uno de los “faros” de Vigo y regala vistas maravillosas de la urbe gallega, de la ría y de las islas Cíes. Próximas a este punto, se encuentran pequeñas playas, como A Lagoa o A Punta, y un paseo que recorre una senda botánica. En la cima, la ermita de Nuestra Señora de las Nieves. Este mirador ofrece atardeceres de postal. Los turistas que visitan este enclave vigués subrayan, sobre todo, su tranquilidad y la panorámica que regala. “Preciosa vista en un lugar muy tranquilo y agradable. Aunque llegar es un poco lioso, merece la pena; la vista es magnífica y se puede pasar un rato muy agradable, la puesta de sol sobre las Cíes es inolvidable”, destaca una visitante llegada de Madrid.

Monte de O Castro

El monte de O Castro se encuentra a pocos minutos del centro de Vigo y es testigo del origen de la ciudad, ya que, sobre él, se asentaron los primeros pobladores. Los amantes de la arqueología pueden disfrutar de restos castrenses del siglo II y III a.C., así como de unas 45 construcciones pétreas en una de sus laderas. Con el buen tiempo, invita a visitar su parque botánico, que cuenta con una gran variedad de especies autóctonas y foráneas. Esta zona verde de la urbe gallega está vigilada por cuatro monumentos en honor al escritor Curros Enríquez, al trovador medieval Martín Códax, a los caídos durante la Guerra Civil -la cruz de los Caídos-, y en recuerdo a la batalla de Rande de 1702 -los Galeones de Rande-. Asimismo, ofrece uno de los miradores más privilegiados de la ciudad. “Buen sitio para relajarse, pasear y meditar viendo unas vistas espectaculares. Los celtas buscaban sitios altos y con vistas para vivir. Y mágicos. Si sabes ver con los ojos del corazón sentirás la magia y te vendrán las respuestas a todas tus dudas”, asegura un visitante.