Capitanía Marítima de Vigo emitió una resolución en julio de 2003 sobre la delimitación y normas para la utilización de los fondeaderos establecidos en el estuario vigués. Se fijaron dos zonas: una llamada "Fondeadero de Cíes", con 12 puntos para anclar los buques; y el "Fondeadero Interior", con seis zonas periféricas de las instalaciones portuarias reservadas a estas paradas. La instrucción aprobada en 2017 por la Autoridad Portuaria para ordenar, coordinar y controlar el tráfico que transita por sus aguas toma en su totalidad como base el citado documento de Capitanía que además de indicar las zonas fija el protocolo a seguir por los capitanes, y con especial énfasis las condiciones de seguridad que deben cumplir durante su fondeo.

Quienes conocen en profundidad este reglamento aseguran que de respetarse "a rajatabla" los procedimientos "no habría motivos para la investigación del Puerto". Recuerdan que poco después de que entrase en vigor la resolución de Capitanía, hace más de 15 años, funcionarios de este departamento instaron a Praza da Estrela a hacer un seguimiento exhaustivo del refugio de Cíes. "O acabará convertido en el Pireo", llegaron a alarmar en alusión al famoso puerto griego conocido por la masificación de su fondeadero.

Más que por los mercantes que pudieran usar Cíes con fines comerciales, en Capitanía preocupaba mucho el riesgo potencial que entraña todo barco, de ahí que abogasen por la denegación de la entrada en caso de que no hubiese vinculación justificada con el mal tiempo. Recuerdan que la mayoría de los accidentes marítimos se producen a la entrada y salida de los puertos. "Es el eslabón más débil de la cadena de seguridad", apuntan.

Por ello insisten en reforzar el control sobre los fondeos en la isla convencidos de que los barcos aprovechan al descuido del Puerto y no solo para ajustar su escala en terminales portuguesas. Y antes de que suceda algo que lamentar.