El edificio de los Soportales del Berbés emprende una nueva etapa tras doce meses de profunda reforma en las entrañas de lo construido hace más de 70 años por Eduardo Cabello. Fruto de este acondicionamiento, el Puerto se hace con 3.800 m(2 )de luminosa superficie de vistas al mar para alquilar como oficinas en los pisos superiores de dos inmuebles emblemáticos de Beiramar separados por la callejuela Instituto Oceanográfico. Pero la veintena de locales conseguidos no hace justicia al resultado de una "muy laboriosa" actuación, como la definió María Ferro.

La arquitecta del estudio Castroferro autor de la remodelación y su director por parte del Puerto, Andrés Salvadores, guiaron ayer a los medios en un recorrido por lo que antes "era un tetris". La comparación de Ferro ilustra, sin exagerar, el desbarajuste que reinaba en estas dependencias donde los distintos concesionarios fueron adaptándolas a sus intereses sin reparar en que achicaba al vecino o recortaba el tiro de las escaleras. De aquel caótico interior, casi inaccesible y de trasera cruzada por cables y maquinaria de aire acondicionado, ya no queda nada.

Ahora incluso la sillería de piedra luce "maravillosa" y los pasillos revestidos de madera que recuerdan a los de Portocultura invitan a visitar las plantas conectadas por ascensor. Así lo hicieron las cuatro empresas con espacios ya adjudicados. Todas con vinculación portuaria aunque una portavoz del Puerto reveló ayer que esto ya no es requisito obligatorio: "Pueden solicitarlas firmas de cualquier sector".