El hotel Samil que se levantó en el litoral vigués en la década de 1960 y disfrutó de su esplendor a lo largo de los años siguientes es ya historia. De la mole de siete plantas que flanqueó durante medio siglo el arenal solo quedan los cascotes que los operarios contratados por Attica21 -la empresa del grupo Inveravante que se ha hecho con la parcela y el derecho a levantar en ella un nuevo alojamiento- han ido amontonando a medida que avanzaba su derribo. Desde finales de noviembre y hasta hace solo unos días, la compañía de Manuel Jove se dedicó a desmontar poco a poco el viejo inmueble. Ahora que ya solo quedan sus restos dedicará el siguiente mes a despejar y preparar el terreno.

A lo largo de los próximos tres o cuatro semanas la empresa se encargará de separar, clasificar y recoger el material acumulado durante el derribo y a acondicionar la parcela. Una vez haya terminado con esa labor, se centrará en preparar los estudios geotécnicos siguiendo las pautas que marca la normativa. Su elaboración podría durar otras dos o tres semanas.

Los trabajos en el solar empezaron la última semana de noviembre, cuando se desplazaron hasta el antiguo hotel operarios y maquinaria contratada por Attica21. Entonces, durante una visita a los terrenos, el alcalde, Abel Caballero, destacaba que con el derribo del viejo hotel y la construcción de otro complejo turístico más integrado en su entorno, "se repara un error histórico en la ciudad".

A diferencia del anterior inmueble, una estructura de siete plantas que rompía con el paisaje, el nuevo complejo proyectado por Attica21 se integrará en su entorno. En vez de construir un solo edificio, dará forma a cuatro bloques distintos que no superarán las cuatro plantas de altura y se distribuirán a lo largo y ancho de la parcela. En total el complejo turístico sumará 125 cuartos y ofrecerá un abanico de servicios mucho más amplio que su predecesor. El proyecto que maneja Attica21 contempla spa, salas de convenciones, piscina, 102 plazas de aparcamiento... Para dar forma al hotel la cadena prevé invertir 20,68 millones de euros, cantidad a la que se añade el valor de los terrenos. La firma del grupo Inveravante se hizo con el solar en un concurso público lanzado por el Concello a mediados de 2018. Su oferta, de 2,6 millones -3,2 si se añade el IVA- superaba en 500.000 euros al precio de licitación.

Solo el derribo del viejo hotel costó a la operadora -según las previsiones que manejaba al arrancar los trabajos- unos 420.900 euros. El movimiento de tierras estaba presupuestado en 300.900. Los trabajos de cimentación requerirían también cerca de 655.300 euros.

La compañía trabaja con un plazo de ejecución de 22 meses. A lo largo de ese tiempo su objetivo es levantar un nuevo complejo hotelero de referencia que refuerce la oferta local. Gracias al espacio que destinará a convenciones aspira también a desestacionalizar su demanda y no depender únicamente del turismo de sol y playa que recibe Vigo durante los meses de verano. El hotel busca una categoría de cuatro estrellas superior.

El anterior complejo, que está reducido ya a escombros, remontaba su historia a los años 60 del siglo pasado. En 1966 el Concello cerró la adjudicación del hotel por un período de cinco décadas. Durante años -de forma especial a lo largo de los 70- su proximidad a la playa y el litoral olívico lo convirtió en un establecimiento muy demandado por los turistas que acudían a las Rías Baixas. Una vez que la concesión expiró, en 2016, el recinto turístico quedó abandonado y sufrió los efectos del vandalismo, lo que aceleró su deterioro.