El primer capítulo de la historia viguesa del ferri a Inglaterra comenzó a gestarse hace nada menos que 55 años, durante una reunión mantenida en el Hotel Continental por el director gerente de la armadora noruega Kloster Rederi, Cedric Barclay y el jefe de relaciones públicas de dicha naviera en el Reino Unido, Stephan Danos, con los vigueses Carlos Espinosa Feijó, jefe de relaciones públicas de la compañía en Vigo, y Manuel Álvarez Tomé, consignatario de la Kloster en la ciudad. Dos años más tarde, el 27 de junio de 1966, el nuevo ferri noruego Sunward que había sido construido expresamente para esta ruta, escribía la primera página de una historia de cuya continuación depende ahora que lleguen a buen puerto las gestiones encaminadas para la recuperación de esta conexión marítima.

Aquel día de auténtico verano arribaba el Sunward, cabeza de línea de la novedosa ruta que se complementaba con escalas en Lisboa y Gibraltar, desde donde el barco regresaba a Vigo antes de dirigirse a Southampton para iniciar una nueva rotación. Ese día no solo se estrenaban barco y línea regular, sino que también lo hacía la rampa para cargas rodadas construida en la Dársena da Laxe con la misma finalidad, instalación que fue desmantelada con motivo del inicio de la regata Volvo Ocean Race, en 2005.

Por medio de la flamante estructura bajarían a tierra desde las entrañas del ferri los primeros diez vehículos, alguno de ellos tirando de caravanas. A bordo, más de 500 pasajeros, 152 automóviles y 220 tripulantes noruegos, excepto 4 gallegos, zarpaban pocas horas más tarde en demanda de la capital lisboeta. Cuatro días después, regresaba a Vigo el ferri en ruta a Southampton, desde donde volvería el 5 de julio. El inicio de las vacaciones animaba a cada vez más británicos a embarcarse en el Sunward, como lo demuestra el hecho que ese día llegaba al completo, desembarcando 60 pasajeros y 23 automóviles.

El Sunward atracaba en Vigo los lunes con rumbo sur proveniente de Inglaterra, y los jueves con rumbo norte desde Lisboa. En los viajes de ida, solía hacerlo a las 8 de la mañana, zarpando dos horas más tarde. Ese mismo día, a las 10 de la noche, llegaba a Lisboa. La travesía hasta la capital lusa era promocionada en FARO al precio de 840 pesetas por persona (unos 5 euros), y 672 pesetas por vehículo (4 euros).

El 3 de noviembre de ese mismo año, el Sunward se despedía de Vigo, y el tiempo demostraría que lo iba a hacer para siempre. Motivos económicos obligaron a su armadora a cancelar una ruta claramente deficitaria durante los meses de temporada baja y aunque la intención era de que volviera a reanudarla en mayo de 1967, lo cierto es que a finales de 1966 el barco fue apartado de las frías aguas atlánticas, buscándosele un destino más tranquilo (y rentable), en el Caribe, donde operaría con gran éxito durante seis años como buque de cruceros.

Durante su etapa viguesa, el Sunward, a razón de dos veces por semana, acercando a la ciudad a cientos de pasajeros británicos, muchos de ellos con sus propios coches, caravanas y bicicletas deseosos de descubrir Galicia.

El testigo a esta incipiente ruta lo tomaría en 1968 la naviera Aznar, que demostraría con creces durante una década, la alta rentabilidad de una línea utilizada por cientos de vigueses que recibirían su bautismo de mar viajando a Canarias o a la city londinense.